domingo, 8 de diciembre de 2024

Los músicos de Crónicas marcianas. Ray Bradbury

   Los músicos

    Los niños daban largos paseos por el campo marciano. De cuando en cuando abrían las olorosas bolsas de papel y metían allí las narices y respiraban el penetrante aroma del jamón y de los encurtidos de con mayonesas y escuchaban el gorgoteo de la naranjada gaseosa en las botellas tibias. Balanceaban las bolsas de comestibles, repletas de cebollas verdes, acuosas y limpias, de olorosas salchichas, de roja salsa de tomate y de pan y se desafiaban mutuamente a desobedecer las órdenes severas de las madres. Corrían gritando:

    - ¡El primero se lleva todo!

    Paseaban en verano, otoño o en invierno. En otoño era más divertido, pues imaginaban entonces que arrastraban los pies entre las hojas otoñales de la Tierra

    Avanzaban imponiéndose silencio, unidos codo con codo, agitando sus palos, recordando que sus padres les habían dicho: "¡Allá no!" ¡A ninguna de las ciudades viejas! Cuidado a dónde vas. Recibirás la paliza más grande de tu vida cuando vuelvas a casa. "Te miraremos los zapatos".

    Una niña decía: "Aquí no hay nada". Y de pronto uno de ellos echaba a correr y entraba en la casa de piedra más próxima, cruzaba la sala y entraba en el dormitorio sin mirar alrededor comenzaba a dar puntapiés y a moverse con pasos arrastrados, y las hojas negras y quebradizas, volaban en el aire. Detrás de un niño corrían otros seis, y el primero hacía de músico, tocando los blancos huesos xilofónicos que yacían bajo los copos cenicientos. Una enorme calavera aparecía a veces rodando, con una bola de nieve y los niños gritaban. Las costillas parecían patas de araña y lloraban como un arpa de sonidos apagados, y los negros copos de la mortalidad volaban alrededor de la arrastrada danza de los niños. Se empujaban unos a otros y caían entre las hojas, en la muerte que transformado a los muertos en copos y sequedad, en un juego de niños con estómagos donde goteaba la naranjada gaseosa. (...).

    Luego de los niños, de rostros luminosos de sudor mordisqueaban el último emparedado. Y después de un puntapié fina, de un último concierto de marimba, de una última arremetida al montón de hojas otoñales, volvían a sus casas. Las madres les examinaban los zapatos en busca de copos negros y una vez descubiertos, venían los baños calientes y las palizas paternas...

                                                              Crónicas marcianas. Ray Bradbury.

                                            

domingo, 1 de diciembre de 2024

La pieza ausente de Pablo De Santis

Comencé a coleccionar rompecabezas cuando tenía quince años. Hoy no hay nadie en esta ciudad -dicen- más hábil que yo para armar esos juegos que exigen paciencia y obsesión. 
 Cuando leí en el diario que habían asesinado a Nicolás Fabbri, adiviné que pronto sería llamado a declarar. Fabbri era el director del Museo del Rompecabezas.
Tuve razón: a las doce de la noche la llamada de un policía me citó al amanecer en las puertas del museo. Me recibió un detective alto, que me tendió la mano distraídamente mientras decía su nombre en voz baja -Laínez- como si pronunciara una mala palabra.
 Le pregunté por la causa de la muerte: "Veneno"- dijo entre dientes. Me llevó hasta la sala central del museo, donde está el rompecabezas que representa el plano de la ciudad, con dibujos de edificios y monumentos. 
Mil veces había visto ese rompecabezas: nunca dejaba de maravillarme. Era tan complicado que parecía siempre nuevo, como si, a medida que la ciudad cambiaba, manos secretas alteraban sus innumerables fragmentos. Noté que faltaba una pieza. Laínez busco en su bolsillo. Sacó un pañuelo, un cortaplumas, un dado, y al final apareció la pieza. "Aquí la tiene". 
Encontramos a Fabbri muerto sobre el rompecabezas. Antes de morir arrancó esta pieza. Pensamos que quiso dejarnos una señal. Miré la pieza. En ella se dibujaba el edificio de una biblioteca, sobre una calle angosta. Se leía en letras diminutas Pasaje la Piedad. -
Sabremos que Fabbri tenía enemigos-dijo Laínez. Coleccionistas resentidos, como Santandrea, varios contrabandistas de rompecabezas, hasta un ingeniero loco, constructor de juguetes, con el que se peleó una vez. 
-Troyes-dije. Lo recuerdo bien. -También está Montaldo, el vicedirector del museo, que quería ascender a toda costa. ¿Relaciona a alguno con esa pieza?
 Dije que no. ¿Ve la B mayúscula, de Biblioteca? Detuvimos a Benveniste, el anticuario, pero tenía una buena coartada. También combinamos las letras de la Piedad buscando anagramas. Fue inútil. Por eso pensé en usted. 
 Miré el tablero: muchas veces había sentido vértigo ante lo minucioso de esa pasión, pero por primera vez sentí el peso de todas las horas inútiles. El gigantesco rompecabezas era un monstruoso espejo en el que ahora me obligaban a reflejarme. Solo los hombres incompletos podíamos entregarnos a aquella locura. Encontré (sin buscarla, sin interesarme) la solución. -Llega un momento en el que los coleccionistas ya no vemos las piezas. Jugamos en realidad con huecos, con espacios vacíos. 
No se preocupe por las inscripciones en la pieza que Fabbri arrancó: mire mejor la forma del hueco. Laínez miró el punto vacío en la ciudad parcelada: leyó entonces la forma de una M. Montaldo fue arrestado de inmediato.
 Desde entonces, cada mes me envía por correo un pequeño rompecabezas que fabrica en la prisión de madera y cartones. Siempre descubro, al terminar de armarlos, la forma de una pieza ausente, y leo en el hueco la inicial de mi nombre.
 Actividad final para afianzar secuencia Lectura del texto La pieza ausente. 
Repaso de las características del género policial. I Ficha del texto: género de texto, autor, personajes, tipo de narrador, pistas sobre el asesinato, causa de muerte, víctima, sospechosos, investigadores, cargo de la víctima, profesión del narrador, qué decía la pieza ausente, nombre del asesino, qué le envía Montaldo desde la cárcel. Preguntas: a)¿Por qué crees que el protagonista es llamado para ayudar a resolver el asesinato en el museo? b)¿Qué simbolismo crees que tiene el rompecabezas en relación con la vida del protagonista? c)¿Cómo crees que el protagonista se siente al encontrar la solución al crimen? d)¿Qué te dice el hecho de que Montaldo envíe rompecabezas desde la prisión al narrador? Escribe un nuevo relato con los mismos personajes, cambia profesiones y causa de muerte, víctima y victimarios. 
 Estudia sintácticamente los siguientes enunciados:

Versos luminosos de Isaac Asimov

VERSOS LUMINOSOS    
De todas las personas del mundo, la última a quien nadie habría creído capaz de cometer un asesinato era la señora Avis Lardner. Viuda del gran astronauta mártir, era filántropa, coleccionista de arte, anfitriona extraordinaria y, todo el mundo estaba de acuerdo en ello, artista genial. Pero sobre todo era el ser humano más dulce y bondadoso que se pudiera imaginar.   
Como todos recordamos, su marido, William J. Lardner, murió por efecto de la radiación de una erupción solar, después de haberse quedado deliberadamente en el espacio para que una nave de viajeros pudiera llegar sin contratiempo a la Estación Espacial 5. La hazaña de su difunto esposo le había valido a la señora Lardner una generosa pensión, que ella invirtió con acierto y prudencia. Ya en plena edad madura, era una mujer rica.   Su casa era una vitrina, un verdadero museo, que sólo contenía colecciones extremadamente selectas de objetos extraordinariamente hermosos, adornados con joyas. Procedentes de una docena de culturas distintas, había conseguido reliquias de casi todos los artefactos imaginables que se pudieran incrustar de joyas y destinar al servicio de la aristocracia de la cultura en cuestión. Poseía uno de los primeros relojes de pulsera recamados de joyas fabricados en América, un puñal enjoyado de Camboya, unas gafas incrustadas de joyas de Italia, y un largo etcétera, casi interminable.   
Todo estaba a la vista para que lo inspeccionara quien quisiese. Los objetos no estaban asegurados, ni había medidas especiales de seguridad. No se precisaba ninguna de las precauciones habituales, porque la señora Lardner tenía un elevado número de robots, y se podía confiar plenamente en que cada uno de ellos guardaría aquellos objetos con imperturbable concentración, honradez irreprochable y eficiencia inquebrantable.   Todo el mundo conocía la existencia de tales robots, y no se tiene noticia de ningún intento de robo.   Luego, por supuesto, venían sus «esculturas de luz». 
Ninguno de los invitados a sus muchas fiestas y recepciones podía imaginar cómo hubiera descubierto la señora Lardner su genio para el arte. En todas las ocasiones, sin embargo, en que su casa abría las puertas de par en par para recibir invitados, brillaba por las habitaciones una nueva sinfonía de luz; curvas tridimensionales y sólidos de colores diluidos, unos puros y otros fundiéndose en pasmosos efectos cristalinos que llenaban de admiración a los invitados y, fuese como fuere, siempre modificándose de forma que el cabello, blanco azulado, de la señora Lardner y su rostro, sin arrugas, adquiriese una dulce belleza.   
Los invitados venían por las «esculturas de luz» más que por ninguna otra cosa. Nunca se vio dos veces la misma, ni apareció nunca ninguna que no explorase nuevos caminos experimentales del arte. Muchas personas podían tener consolas de luz por diversión; pero ninguna podía aproximarse siquiera a la pericia de la señora Lardner. Ni aún aquellos que se consideraban artistas profesionales.   La misma señora Lardner hacía gala de una deliciosa modestia sobre este asunto.   
— No, no -solía decir cuando alguien se derretía en lirismos-. Yo no lo llamaría «poesía de luz». Eso es demasiado generoso. Todo lo más que diría es que son «light verse». -Y todo el mundo celebraba con una sonrisa el fino ingenio encerrado en la conjunción de estas dos palabras que generalmente significarían «versos ligeros», pero que también podían significar «versos luminosos».   
Aunque se lo pedían con gran frecuencia, nunca quería crear «esculturas de luz», sino en las fiestas que daba en su casa.   — Lo otro sería comercializar el arte -decía.   Sin embargo, no tenía inconveniente en preparar complicados hologramas de sus esculturas a fin de hacerlas perdurables y de que se pudieran reproducir en los museos de arte de todo el universo. Tampoco cobraba nada por el uso que se pudiera hacer, fuera cual fuese, de sus esculturas de luz.  
 — No podría pedir ni un céntimo -decía, abriendo los brazos de par en par-. Están a disposición de todos, gratis. Al fin y al cabo, a mí luego no me sirven de nada. ¡Era cierto! Nunca utilizaba dos veces una misma escultura de luz. Cuando se tomaban los hologramas, solía colaborar personalmente. Observando con ojo benigno cada uno de los pasos, estaba siempre a punto para ordenar a sus criados robots que ayudaran. 
— Por favor, Courtney -solía decir-, ¿tendría la bondad de disponer convenientemente esa escalerilla? Era su estilo. Siempre se dirigía a sus robots con la más depurada cortesía. En una ocasión, años atrás, un funcionario del gobierno de la Oficina de Robots y Hombres Mecánicos le había reprochado: — No puede hacerse así -le dijo muy serio-. La eficiencia de esas máquinas sale perjudicada. Han sido construidas para obedecer órdenes, y cuanto más claras sean, con mayor eficacia las cumplirán. Si se les pide algo con alambicada cortesía, les cuesta comprender que se trate de una orden, y reaccionan más despacio. Pero la señora Lardner levantó su aristocrática cabeza y dijo: 
— Yo no pido ni rapidez ni eficiencia. Pido buena voluntad. Mis robots me adoran. 
El funcionario del gobierno le habría podido explicar que los robots no pueden amar ni adorar; pero quedó cohibido bajo la mirada ofendida, aunque dulce, de la dama. Era bien sabido que la señora Lardner jamás devolvió un robot a la fábrica para que lo revisaran. Los cerebros positrónicos que llevan estos aparatos son complicadísimos, y en un caso de cada diez, aproximadamente, no están perfectamente ajustados cuando salen de la fábrica. A veces el defecto no se nota hasta al cabo de un tiempo; pero siempre que se note, la razón social «U.S. Robots & Mechanical Men, Inc.» los repara gratuitamente. 
La señora Lardner movía la cabeza negativamente. — Cuando un robot está ya en mi casa -decía-, y cumple con sus obligaciones, las pequeñas excentricidades que tenga se le toleran. No quiero que se les trate desconsideradamente. Lo peor que se podía hacer era probar de explicarle que un robot no era más que una máquina. En tales casos, replicaba muy secamente: — Ningún ser tan inteligente como un robot puede ser solamente una máquina. Yo los trato como a personas. ¡Y no había más que hablar! Conservaba incluso a Max, a pesar de que estaba casi inservible. Apenas entendía lo que le ordenaban. Pero la señora Lardner negaba con denuedo tal afirmación.
 — De ningún modo -decía con voz firme-. Coge sombreros y abrigos y los almacena perfectamente. Me sostiene objetos. Sabe hacer muchas cosas. — Pero ¿por qué no lo haces reparar? -le preguntó un día un amigo. — Ah, no podría. Él es así. Y es un encanto, ¿sabes? Al fin y al cabo, un cerebro positrónico es tan complejo que nadie puede asegurar en qué anda fuera de quicio, exactamente. Si hicieran a Max perfectamente normal, no habría manera de devolverle el encanto que ahora posee. No, no renunciaré a semejante hechizo. 
— Pero si no está bien centrado -decía el amigo, mirando nervioso al robot-, ¿no podría resultar peligroso? 
— Jamás -negó la señora Lardner con una carcajada-. Hace años que lo tengo. Es completamente inofensivo y una auténtica preciosidad. Lo cierto era que Max tenía la misma figura que los otros robots: lisa, metálica, vagamente humana, pero inexpresiva. No obstante, para la dulce señora Lardner, todos eran personas, todos eran un encanto, todos eran adorables. Ella tenía este carácter, esta personalidad.   ¿Cómo pudo perpetrar un asesinato?   La última persona del mundo que uno habría creído pudiera morir asesinada era John Semper Travis. Introvertido y amable, vivía en este mundo, pero no pertenecía a él. Poseía una mente con esa gracia especial para las matemática que le permitía deshacer la complicada urdimbre de la miríada de sendas positrónicas de la mente de un robot. Era ingeniero jefe de «U.S. Robots & Mechanical Men, Inc.» Y era además aficionado entusiasta a las «esculturas de luz». Había escrito un libro sobre el tema, tratando de demostrar que la clase de matemática que empleaba al elaborar sendas cerebrales positrónicas se podían transformar en guías para la producción de esculturas de luz estéticas.   Sin embargo, el intento de pasar de la teoría a la práctica resultó un lamentable fracaso. Las esculturas que producía siguiendo sus principios matemáticos salían pesadas, mecánicas, nada interesantes.   Era el único motivo de pena que podía encontrarse en su sosegada existencia, introvertida, segura; y sin embargo, era motivo bastante para que se sintiera muy desdichado. Sabía que sus teorías eran ciertas, y sin embargo, no lograba ponerlas en práctica. Si pudiera producir al menos una gran muestra de escultura de luz... conocía las de la señora Lardner.   
Todo el mundo la aplaudía como a un genio, y sin embargo, Travis sabía que era incapaz de comprender hasta los aspectos más sencillos de la matemática robóticas. Había sostenido correspondencia con ella; pero la señora Lardner se había negado siempre a explicar qué métodos seguía, y él llegó a preguntarse si seguía alguno realmente. ¿No podía tratarse de simple intuición...? Pero hasta la intuición se podía reducir a fórmulas matemáticas. Por fin logró que le invitase a una de las fiestas que daba. Sencillamente, tenía que ver a aquella mujer. Travis llegó más bien tarde. Había llevado a cabo una última tentativa por realizar una escultura de luz y había fracasado lamentablemente.   Travis saludó a la señora Lardner con una especie de respeto maravillado y dijo: 
— El robot que me ha cogido el sombrero y el abrigo era muy singular. — Ese es Max -dijo la señora Lardner. — Está muy mal acoplado y es un modelo bastante antiguo. 
¿Cómo es que no lo devolvió a la fábrica? 
— Oh, no -exclamó la señora Lardner-. Sería demasiada molestia. 
— Ninguna en absoluto, señora Lardner -replicó Travis-. Le maravillaría la sencillez con que harían la tarea. Pero como yo pertenezco a «U. S. Robots» me he tomado la libertad de revisarlo. Lo hice en un momento, y usted verá que ahora está en perfectas condiciones de funcionamiento.

En el semblante de la señora Lardner se produjo un cambio extraño. El furor halló sitio en él, por primera vez en su dulce vida, y fue como si los rasgos fisonómicos no supieran cómo debían ordenarse. 
— ¿Lo ha repasado? -gritó en un alarido-. ¡Si era él quien creaba mis esculturas de luz! Era el mal acoplamiento, que ya no se podrá reproducir nunca más, lo que..., lo que... Fue realmente una desgracia que hubiera estado mostrando, hacía unos instantes, su colección, y que el puñal incrustado de joyas de Camboya se hallara sobre la mesita de mármol, delante de ella. También Travis tenía el semblante terriblemente alterado. 
— ¿Quiere decir que si yo hubiera estudiado sus pistas cerebrales, afectadas de un mal acoplamiento singular, único, habría podido aprender...? 
La señora Lardner se abalanzó con un impulso demasiado repentino para que nadie pudiera contenerla, y el hombre no intentó siquiera esquivar el golpe. Algunos dijeron que hasta fue a su encuentro... como si quisiera morir. 
 Actividades para aprobar APE
 1)Busca en el diccionario las siguientes palabras: recamados, urdimbre, miríadas,furor.  
  2)¿Quién dijo lo que aparece resaltado en negrita? 
 3)¿Cuál es la creación de la protagonista? 
 4)¿Cómo los denomina y por qué?  
 5)Localiza en el texto pasajes en los cuales encontramos descripciones. 
 6)¿Qué te  transmite como reflexión final la lectura del  texto?  
7) Estudia sintácticamente:
  “También Travis tenía el semblante terriblemente alterado.” 
"Algunos dijeron que hasta fue a su encuentro...”

Las langostas. Crónicas marcianas de Ray Bradbury

Crónicas marcianas 
Las langostas 
Los cohetes incendiaron las rocosas praderas, transformaron la piedra en lava, la pradera en carbón, el agua en vapor, la arena y la sílice en un vidrio verde que reflejaba y multiplicaba la invasión, como espejos hechos trizas. Los cohetes vinieron redoblando como tambores en la noche. Los cohetes vinieron como langostas y se posaron como enjambres envueltos en rosadas flores de humo. Y de los cohetes salieron de prisa los hombres armados de martillos, con las bocas orladas de clavos como animales feroces de dientes de acero, y dispuestos a dar a aquel mundo extraño una forma familiar, dispuestos a derribar todo lo insólito, escupieron los clavos en las manos activas, levantaron a martillazos las casas de madera, clavaron rápidamente los techos que suprimirían el imponente cielo estrellado e instalaron unas persianas verdes que ocultarían la noche.
Y cuando los carpinteros terminaron su trabajo, llegaron las mujeres con tiestos de flores y telas de algodón y cacerolas, y el ruido de las vajillas cubrió el silencio de Marte, que esperaba detrás de puertas y ventanas.
En seis meses surgieron doce pueblos en el planeta desierto, con una luminosa algarabía de tubos de neón y amarillos bulbos eléctricos. En total, unas noventa mil persona llegaron a Marte, y otras más en la Tierra preparaban las maletas.
 Propuesta APE Actividades 
 1)Analiza gramaticalmente la siguiente estructura sintáctica, determina si hay un grupo oracional y cómo se relacionan estas oraciones.   Determina sujeto expreso, predicado, complementos del verbo. Los cohetes incendiaron las rocosas praderas, transformaron la piedra en lava…  
2)¿En qué lugar transcurren los hechos que se relatan?  
 3) Este texto se publicó en 1946 ¿por qué razón este escritor se considera un visionario a pesar de escribir ciencia ficción?  
 4)¿Qué rol cumplen las mujeres en este cuento? 
 5) ¿Por qué otra palabra de significado similar sustituirías a “algarabía”? 
 6)¿Qué nos permite interpretar el título del relato?  
 7)¿Cuáles habrán sido los principales desafíos de los colonos? 

Crónicas marcianas. El verano del cohete. Ray Bradbury

El verano del cohete 
 Un minuto antes era invierno en Ohio; las puertas y las ventanas estaban cerradas, la escarcha empañaba los vidrios, los trozos de hielo bordeaban los techos, los niños esquiaban en las pendientes; las mujeres envueltas en abrigos de piel, caminaban torpemente por las calles heladas como grandes osos negros. 
Y de pronto, una larga ola de calor atravesó el pueblo; una marea de aire tórrido, como si alguien hubiera abierto de par en par la puerta de un horno. El calor latió entre las casas, los arbustos, los niños. El hielo se desprendió de los techos, se quebró y empezó a fundirse. Las puertas se abrieron, las ventanas se levantaron, los niños se quitaron las ropas de lana, las mujeres guardaron en los armarios los disfraces de oso, la nieve se derritió descubriendo los antiguos y verdes prados del último verano. El verano del cohete. Las palabras corrieron de boca en boca por las casas abiertas y ventiladas. 
El caluroso aire desértico alteró los dibujos de la escarcha en los vidrios, borrando la obra de arte. Esquíes y trineos fueron de pronto inútiles. La nieve, que venía de los cielos helados, llegaba al suelo como una lluvia cálida.  La gente se asomaba a los porches húmedos y observaba el cielo, cada vez más rojo. El cohete instalado en su plataforma, lanzaba rosadas nubes de fuego y calor de horno. El cohete, de pie en la fría mañana de invierno, engendraba el estío con el aliento de sus poderosos escapes. 
El cohete transformaba los climas y durante unos instantes fue verano en la Tierra.
 Propuesta APE Actividades
 a)Resume el contenido del texto, recuerda usar tus palabras. 
 b) Estudia sintácticamente el siguiente enunciado: La nieve, que venía de los cielos helados, llegaba al suelo como una lluvia cálida. 
 c) Sustituye “que venía de los cielos” por un adjetivo que mantenga el mismo sentido que en el sintagma original. 
 d) Pon dos ejemplos de lenguaje figurado, explica qué artilugio lingüístico está presente en cada uno.
 e) Menciona los cambios que viven los pobladores con la partida del cohete.

domingo, 17 de noviembre de 2024

Fragmento II de La traducción de Pablo De Santis

     

                                                            Capítulo XX

    El gerente dudó unos segundos, amagó una negativa, y finalmente tomó un manojo de llaves. Ana y Rauach desaparecieron en el ascensor.

    Subí las escaleras. El primer piso estaba desierto; en el segundo encontré a Ana, que caminaba perdida. Con las dos manos se apretaba la boca del estómago.

    Rauach, el gerente del hotel, cerró la puerta de la habitación. Sacó un pañuelo del bolsillo y limpió los números dorados, tres-uno-seis, hasta hacerlos brillar. Solo reaccionó cuando le toqué el hombro. No dijo nada, pero despertó.

    -Voy a llamar al comisario.

    Khun era un buen anfitrión; esperó que casi todos hubieran terminado de comer para dar la noticia: Rina Agri está muerta. Después de un profundo silencio, todo el mundo empezó a preguntar a la vez. Khun contestó, a medida que respondía, él perdía sus energías y también los demás; cada pregunta agotaba poco a poco el tema, pero también la animación.

    Guimar llegó como un personaje nuevo incluido en una comedia para animar un cuarto acto que agoniza. Dejó su impermeable sobre uno de los sillones. Miró hacia todos lados con reprensión; no hubo nadie que no sintiera algo de culpa por las molestias que causábamos al pacífico pueblo y a su pacífico comisario.

-¿Dónde está?- preguntó.

-En el 316. Lo acompaño- dijo Rauach.

Durante diez minutos, los traductores hablamos de Rina Agri. Hablamos, todavía en presente, como si no se hubiera ido del todo, como si estuviera haciendo las valijas y fuera una falta de tacto condenarla al pasado. Después de todo, había dos platos de más en la mesa, que nadie había tocado...

         Fragmento de La traducción de Pablo De Santis

viernes, 11 de octubre de 2024

Rima LIII de Gustavo Adolfo Bécquer

Rima LIII


Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a sus cristales

jugando llamarán:


pero aquellas que el vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha a contemplar,

aquellas que aprendieron nuestros nombres,

ésas... ¡no volverán!



Volverán las tupidas madreselvas

de tu jardín las tapias a escalar,

y otra vez a la tarde, aún más hermosas,

sus flores se abrirán.


pero aquellas cuajadas de rocío,

cuyas gotas mirábamos temblar

y caer, como lágrimas del día...

ésas...¡no volverán!


Volverán del amor en tus oídos

las palabras ardientes a sonar;

su corazón de su profundo sueño

tal vez despertará;


pero mudo y absorto y de rodillas,

como se adora a Dios ante su altar.

como yo te he querido...desengáñate,

¡así no te querrán!

 


  


 
  

  

domingo, 8 de septiembre de 2024

Encuentro con el verdugo de Pablo De Santis

Tuve que viajar por motivos de trabajo a una ciudad del norte. Llegué a la caída del sol y caminé en busca de alojamiento. En todas partes me decían lo mismo: no había lugar para mí. Entré en la calle más angosta y oscura, confiado en que nadie más que yo buscaría una habitación entre aquellas paredes. La dueña de una de aquellas cuevas miró con su único ojo mis monedas y aceptó darme una habitación. El precio fue alto./ 


 -El único inconveniente es que tiene que compartirla./ No me importó: Había dormido con las peores compañías. Me tendí en un catre de madera, junto a la ventana. En el fondo de la habitación, en una cama de madera, alguien dormía./ 

 Al despertar encontré, al pie del catre, a un hombre gigantesco. Había empezado a hablar antes que abriera los ojos./ 

 -Los dos somos forasteros. Este no es un buen sitio para forasteros./ Me contó el largo viaje que los había llevado hasta allí. Lo escuché con paciencia. Después de su relato dijo: -No sabés quién soy, sino no hubieras hablado conmigo. Soy el verdugo./ 

 Esperaba que me alejara de un salto./ -Un oficio como cualquiera-dije./

 El extraño y sombrío hombre buscó entre sus cosas una varilla de madera, atada a una correa de cuero./

 -Cuando voy al mercado tengo que señalar los alimentos con esta vara. Nadie quiere comer una manzana que ha sido tocada por la mano del verdugo./ 

 -Veo que es un pueblo de gente ignorante y supersticiosa- dije con desgano./ 

 -Vienes de afuera y dices de no creer en estas cosas. ¿Pero acaso serías capaz de darme la mano?/

 Me tendió una enorme mano roja, llena de cicatrices: heridas y marcas dibujadas por el roce de las sogas y el filo de las hachas./ 

 Apreté su mano, menos fría que la mía./ 

 -Es la primera vez que alguien le tiende la mano al verdugo. ¿Quién eres, que no le tienes miedo a nada?/ 

 -Soy el nuevo verdugo- respondí-. He venido a reemplazarte./ 

 Pablo De Santis. Cuento publicado en el libro Rey secreto, Editorial Colihue. (2005).

Crimen robado de Hector Galmés

Crimen robado Héctor Galmés

 Subió al tranvía sin importarle qué destino llevaba, y se bajó en cualquier parte. Sintió bajo las suelas gastadas las turgencias de los adoquines calientes aún, después de aquel día bochornoso de diciembre. Se sentó en el cordón de la vereda para aflojarse las cintas de los zapatos y se quedó un rato allí, mirando las copas de los plátanos iluminadas por los altos faroles de la avenida. Nadie transitaba por las aceras sombrías. Puertas y ventanas estaban cerradas. Era casi medianoche. Pero esta vez vencería al insomnio; caminaría hasta el agotamiento, y cuando se tirara sobre la cama no lo incomodaría tanto el calor del colchón de lana ni los olores ácidos que subían de la cocina. No pedía más que poder dormir un par de horas de corrido. Nada más que un par de horas, hasta que algún anciano lo llamara para que le alcanzara el orinal, otro, para que le cambiara las sábanas empapadas, aquél, para que le diera la primera toma de su medicina, éste, para que le masajeara la espalda. Le inspiraban aversión y también envidia, porque consideraba que era más llevadera que la suya, la existencia de aquellos desgraciados que no acababan de morirse (y cuando alguno expiraba, venía otro a reemplazarlo de inmediato)./

 Pasó un tranvía sin pasajeros, con el motorman tieso y el guarda adormilado. Tal vez fuera el último. Mejor así. Eso lo obligaba a caminar y a distenderse. Cuando el golpeteo de los hierros aún no se había ahogado en la distancia, oyó voces y risas medio contenidas. No logró averiguar de dónde procedían./ 

 Posiblemente de alguna habitación a oscuras, con las ventanas abiertas de par en par y las celosías cerradas, o acaso de algún balcón donde trasnochaba gente sin sueño y agobiada por el calor. Se reían de él: un hombre sin perro. A esa hora no se podía salir sin perro, sin llamar la atención. Él no tenía. Solo un gato medio ciego que lo esperaba estirado sobre la colcha. Se arrimó a la pared y apuró el paso para escapar a las miradas curiosas.

/ Siguió caminando. Ahora se aproximaba a las luces del Hospital Militar./ 

 Más allá de la avenida Larrañaga, se espesaban las sombras y el silencio parecía definitivo. La mayor parte de los faroles estaban apagados o habían sido destrozados por pedradas certeras. Se le ocurrió que podría ser atacado por patoteros; pero quien podía adivinar que un caminante solitario se desplazaba en la tiniebla. Además no llevaba reloj y tenía poco dinero. Esas carencias lo ayudaban a sentirse seguro (...)/ 

 Tenía la boca reseca. Buscó un caramelo de menta en el bolsillo del pantalón, le quitó la envoltura de celofán, se lo llevó a la boca y lo chupó lentamente. Se sucedían puertas cerradas. No todas. A media cuadra de distancia, la luz de un zaguán proyectaba un rectángulo amarillo sobre la vereda. Quiso mirar, por curiosidad, por tratarse de la única puerta abierta. Un novio se estaría despidiendo, o visitas de última hora; tal vez hubiera enfermos y esperaban al médico... Quedó inmóvil en medio del rectángulo amarillo, fascinado por aquel cuadro. Tuvo intención de llamar a los de adentro. A través de los vidrios de la puerta cancel vio dos mujeres, al final de un largo pasillo. Escuchaban por la radio un vals de Canaro. Una de ellas hacía tejido de ganchillo y la otra, con un codo apoyado en el borde de la mesa leía una revista. No supo qué hacer: si golpear el llamador, o abrir la cancel y gritarles, o huir antes de que alguien lo viera./

 Imposible huir. Lo retenía una atracción irresistible. Se atrevió a trasponer el umbral. No cabía duda de que el hombre estaba muerto. Tenía la serenidad de los mártires de las estampas. No presentaba señales de lucha. El asesino lo había tomado de sorpresa. Conservaba los anteojos en su lugar; bajo los cristales de aumento, montados en armazón de metal plateado, brillaban unos ojos muy claros, como esferas de agua./

 La herida en el costado izquierdo sangraba poco, tal vez la impresión y no la herida había puesto fin a la vida del anciano, sobre cuya calva se posaba una mosca./ 

 El arma homicida, una sevillana de hoja labrada y mango de hueso, había sido abandonada sobre el escalón, junto al marco de la puerta, por el criminal, acaso involuntario; se trataría de un rapiñero inexperto, o simplemente de un loco./

 Se agachó para recoger el arma; sintió deleite al empuñarla, y la acercó al pecho del muerto para probar el filo en uno de los tiradores que levantó hasta que el elástico se cortó y sonó como un latigazo.

/ Cuando alzó la cabeza vio la cara desfigurada por el espanto tras los cristales de la cancel. Mientras la mujer gritaba como loca, él se incorporó pesadamente, cerró la sevillana, la guardó en el bolsillo y se retiró sin prisa. Dobló la primera esquina y anduvo hasta dar con un boliche abierto en el que dos parroquianos comentaban con el dueño la persecución y entrada a puerto del acorazado alemán. Se hizo servir una cerveza y la bebió de a sorbitos. Se sentía reanimado, con el convencimiento de que a él tampoco le hubiera faltado coraje para ultimar al hombre. Y de haberlo hecho, hubiera confesado lisa y llanamente y aun inventado agravantes, aunque más no fuera para mortificar a los ancianos que se horrorizarían de pensar que habían convivido tanto tiempo con un criminal; y ya no podrían dormir, y si lo lograban tendrían pesadillas en las que él los visitaría noche a noche empuñando una gran navaja. Pero, pensándolo bien, en la cárcel la pasaría mejor, mucho mejor. Podría dormir largas siestas, comería siempre a la misma hora, y se haría de amigos, por qué no. Además le darían la oportunidad de aprender un oficio. La cocinera, era seguro, iría a visitarlo los domingos y le llevaría golosinas y cigarrillos./

 Estaba decidido: se haría cargo de esa muerte./ 

 Héctor Galmés El País Cultural Nº 25


Actividades para trabajar en APE 
 Antes de la lectura.
a)  ¿Qué te sugiere el título? b) Lectura, se observará la extensión del cuento comparándolo con los otros cuentos trabajados. 
c) ¿Qué tipo de narrador ubicas? Justifica. 
d) Marco, complicación y resolución. Palabras que actúan como marcas de época: “faroles, acorazado alemán, adoquines”, entre otras. 
e) Etopeya del personaje principal. 
f) ¿Es un típico cuento policial? Justifica. 
g) ¿Cómo te imaginas la vida del protagonista?  
h) Analizamos ejemplos de oraciones simples y subordinadas.

miércoles, 28 de agosto de 2024

Resumen del mito de la caverna de Platón

El mito de la caverna es un diálogo escrito por Platón en el que su maestro Sócrates y su hermano Glaucón se refieren al conocimiento y la educación filosófica de los individuos. Así, Sócrates le pide a Glaucón que imagine a un grupo de prisioneros que se encuentran encadenados desde su infancia detrás de un muro, dentro de una caverna. Allí, un fuego ilumina al otro lado del muro y los prisioneros ven las sombras proyectadas por objetos que son manipulados por personas que pasan por detrás. Los prisioneros creen que lo que observan es el mundo real, sin darse cuenta de que son las sombras de esos objetos. Sin embargo, uno de los ellos consigue liberarse de sus cadenas y comienza a ascender. De este modo, es capaz de observar la luz del fuego más allá del muro, cuyo resplandor le ciega y casi le hace volver a la oscuridad. Poco a poco, el hombre liberado se acostumbra a la luz y, con cierta dificultad, decide avanzar. Sócrates propone que este es un primer paso en la adquisición de conocimiento. Después, sale al exterior, en donde observa el reflejo de las cosas y las personas, para luego verlas directamente. De este modo, admira por primera vez las estrellas, la luna y el sol. Sócrates sugiere que este individuo concibe lo que ve (mundo de las ideas) como una realidad superior. Entonces, regresa para compartir lo que ha descubierto con los otros prisioneros, ya que siente que debe ayudarles a ascender al mundo real. Cuando regresa a la caverna no puede ver bien, porque se ha acostumbrado a la luz exterior. Los que habitan allí piensan que el viaje le ha dañado y no desean acompañarle fuera. Platón, a través de Sócrates, afirma que los reclusos harían lo posible por evitar dicha travesía, llegando a matar a quien se atreviera a intentar liberarlos. https://www.culturagenial.com/es/mito-de-la-caverna-de-platon/

sábado, 13 de julio de 2024

Porque vinieron para quedarse: redes sociales, sus ventajas y desventajas

Las redes sociales han cobrado gran importancia en la sociedad actual, reflejando la necesidad del ser humano de expresión y reconocimiento. Pero ¿Qué es una Red Social? Podríamos definirla como una forma de interacción social. Un intercambio dinámico entre personas, grupos e instituciones que comparten gustos o preferencias entre sí./ 

Algunos años atrás, específicamente en el 2000 y 2001 surgieron los primeros sitios dedicados a formar grupos de amigos que llegaron a ser bastante populares. Más tarde llegó el famoso Facebook que actualmente está en pleno auge siendo la red social número uno y que nació como parte de un proyecto para mantener contacto entre universitarios. Pero no debemos dejar de lado Twitter que en muy poco tiempo se ha transformando en un factor clave para hacer negocio y ganar mayor credibilidad con los consumidores. Esta ha crecido mucho en los últimos años, llegando a 100 millones de usuarios en el mundo./

 Es muy fácil integrarse a una red, únicamente hay que dar de alta nuestro perfil y comenzar a tejerla invitando a algunas de nuestras amistades. Pero como todo tiene ventajas y desventajas y el uso de estos nuevos canales de comunicación no son la excepción, por ello enumeramos los siguientes puntos, que proponen lo bueno y lo malo que trae abrir un perfil./ 

Por un lado, cabe destacar los aspectos positivos como el reencuentro con conocidos, oportunidad de integrarse a Flashmobs (reuniones breves vía online con fines lúdicos y de entretenimiento con el propósito de movilizar a miles de personas); compartir momentos especiales con las personas cercanas a nuestras vidas. También en este sentido, es pertinente mencionar que diluyen fronteras geográficas y tener información actualizada acerca de temas de interés, además permiten acudir a eventos, participar en actos y conferencias./ 

 Por otro lado, hay que reconocer que las redes sociales pueden ser peligrosas si no se configura la privacidad correctamente, pues exponen nuestra vida privada. Pueden darse casos de suplantación de personalidad o falta en el control de datos. A su vez suelen ser adictivas y devorar gran cantidad de nuestro tiempo, pues son ideales para el ocio. Sin descartar que pueden ser utilizadas por criminales para conocer datos de sus víctimas en delitos: como el acoso y abuso sexual, secuestro, tráfico de personas, etc. En conclusión, hoy en día formar parte de una Red Social ya no es cuestión de gusto pues ha empezado a ser parte de la necesidad de estar actualizados y presentes socialmente aunque debemos considerar que nos arriesgamos a perder parte muy preciada de nuestra vida privada./

 Lic. Liliana Pimentel Arriaga, Lic. Periodismo y Comunicación por la Univ. de Cuautitlán Izcalli, 2011.

domingo, 9 de junio de 2024

Entrevista a una actriz de Crepúsculo

 Entrevista a una actriz de Crepúsculo


- Lexicón: ¿Cómo es hacer de vampiro? ¿Cómo te preparas para el papel?
- Rachelle: He preparado a Victoria como una mujer antes que como un vampiro. ¿Quién es ella? ¿Qué la ha hecho ser así? ¿Qué fue de su vida como mortal?… Me divierto mucho yendo por ese camino. Específicamente, para prepararla como vampiro leí los libros y los exploté. Ya que Stephenie la describe como un felino, he visto muchos ataques de leones en YouTube.
- Lexicón: ¿Cómo describirías el personaje de Victoria?
- Rachelle: Amenazante, despiadada, vengativa, traicionada, animal, herida, furiosa.
- Lexicón: No sabemos mucho de la historia de Victoria, ¿le has creado una tú misma?
- Rachelle: Claro que sí.
- Lexicón: ¡Cuál es tu escena favorita? ¿Alguna historia que te gustaría compartir?
- Rachelle: No tengo una escena preferida… Aunque está la escena en la cual Nikki y yo nos vimos las caras por primera vez, como Victoria y Rosalie. En realidad la escena no era acerca de nosotras y, finalmente, Catherine (la directora) tuvo que decir “Bueno, señoritas, contrólense”. Si hacemos más películas, espero que tengamos buenas escenas de pelea.
- Lexicón: ¿Qué elementos de tu vida has usado para crear a Victoria? ¿Se parece en algo a ti… aparte del cabello?
- Rachelle: Victoria representa una parte que todos tenemos dentro, pero que nadie quiere reconocer que está ahí, o fingimos que no existe. Ella es como seríamos nosotros si siguiésemos todos esos impulsos revoltosos, malvados.
                   
                                                   Entrevista a Rachelle Lefevre. Tus retos en español. Carmen Lepre.



































































Entrevista al booktuber, Rodrigo Éker

 Desde Mendoza, Rodrigo Éker nos cuenta sobre su experiencia como booktuber y nos lleva a reflexionar sobre el uso de las nuevas tecnologías para crear, comentar y compartir textos vinculados a la literatura. Entrá a la nota y descubrí su mirada sobre las letras.

por @MLauParedes

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Rodrigo nos presenta el canal de youtube en el que sube sus videos de literatura y nos cuenta todo sobre él. También, nos lleva a pensar la función de las nuevas plataformas que le permiten tanto a lectores como escritores estar más cerca uno del otro y que genera una comunidad activa y participativa. A continuación, la entrevista que nos brindó.

Cuatro Bastardos: ¿Desde cuándo subís videos  en tu canal? ¿Cómo se te ocurrió la idea?

Rodrigo Éker Abrí mi canal en enero del 2016. Tenía intenciones de hacerlo mucho antes, ya que miro videos de booktube desde hace tiempo, pero lo abrí en el momento que creí más oportuno. Siempre he amado la lectura y me pareció una excelente manera de conectarme con lectores y escritores de todas partes del mundo. La comunidad de booktube, después de todo, es muy abierta y receptiva con todo aquel que decida involucrarse en ella.

4B ¿Cuál es el primer video de tu canal que recomendás a nuestros lectores para conocerte?

R.E Si es para conocerme desde lo personal, les recomiendo que miren mi video de “50 cosas sobre mí” donde hablo un poco sobre mis gustos personales, preferencias y otras cosas al azar. Con relación a la literatura, pienso que algunos de mis videos más logrados son “Ficción litera vs. ficción de género”, “Cómo reducir tu biblioteca” y la serie de seis videos que hice para mi “Especial de Halloween” (donde, por cierto, también opino sobre películas, cortometrajes y contenido audiovisual de temática relacionada al terror)

 

4B ¿Por qué elegís un medio audiovisual? ¿Qué te permite este soporte? ¿Cuál es el trabajo más complicado: pensar el contenido o editarlo?

R.E Creo que el futuro es audiovisual. Vivimos en una época de integración y multitasking. Las personas -particularmente los jóvenes- ya no se conforman con leer un libro o mirar una película. Quieren vivir una intersección de medios, inmediatez y retroalimentación. La participación es clave. Hemos roto la barrera entre el escritor y su público, el cineasta y su público. Hasta es posible interactuar con un político o una celebridad desde la comodidad de tu casa. Youtube (y el formato de video en general) es una herramienta muy poderosa para los escritores, ya que le pone una cara y una voz al creador y saca a relucir su personalidad a la vista de todos. Además –y esto es cierto para todo youtuber-, se crea una relación de cercanía muy particular entre el creador de contenido y el espectador, pues en cierto sentido se asemeja a una charla cara a cara entre uno y otro. Gracias a los comentarios, el intercambio se torna directo.

En lo personal, no encuentro muy complicado o demandante generar nuevo contenido o editarlo (sobre todo porque he ido ganando práctica a lo largo del tiempo) pero todavía tengo dificultades para desenvolverme con naturalidad frente a la cámara. Es algo que me tocará superar de a poco.

4B ¿Qué tipos de videos subís -reseñas, comentarios, consejos-?


R.E Mayoritariamente subo reseñas, booktags y wrap-ups (resúmenes de lecturas). También he experimentado con otras expresiones de contenido literario (consejos, listas, reflexiones, análisis y especiales temáticos). Tengo muchos planes para diversificar el contenido en el futuro y siempre presto mucha atención a las sugerencias de mis seguidores. Ocasionalmente he aprovechado para incluir un poco de contenido musical.

4B ¿Cómo te manejas con las redes sociales?

R.E Es un constante aprendizaje. Me concentro en tratar de articular los contenidos de mi blog, mi canal de Youtube, mi cuenta de Twitter y mi feed de Instagram. Distintas plataformas atraen a distintos tipos de personas y requieren distintos acercamientos. Esa es una de las bellezas de nuestra era de redes sociales: los intereses más diversos pueden converger para unir a la gente a través de sus pasiones.

4B ¿Cómo decidís qué publicar?

R.E Al principio no tenía estándares demasiado altos. Reseñaba y comentaba cualquier libro que cayera en mis manos. A veces, incluso, de manera improvisada. Algunos de mis videos más tempranos estaban mal filmados, mal editados y son un poco incómodos de mirar –a varios los he retirado ya del canal-. Creo que es el desarrollo natural de todo youtuber. Cada vez más, trato de depurar y perfeccionar el contenido de cada uno de mis videos. Mientras más va creciendo el canal (ya estoy cerca de los 2.000 subscriptores), siento más presente la necesidad de ofrecer contenido de calidad que a mis seguidores pueda resultarles interesante.

 

4B ¿Cuáles son tus libros favoritos? ¿Por qué? 

R.E Es difícil elegir, pero algunos de los que se me vienen a la mente (en ningún orden específico) son: Moby Dick de Hermann Melville, Doktor Faustus de Thomas Mann, El Idiota de Fyodor Dostoievski, Las Olas de Virginia Woolf y Las Correcciones de Jonathan Franzen. Son libros que, de alguna u otra manera, han cambiado mi manera de pensar en el mundo y la literatura.

4B ¿Cómo es la relación con tus espectadores? ¿Generás un ida y vuelta?

R.E He formado algunas amistades. He abierto espacios de interacción –preguntas y respuestas- y planeo continuar haciéndolo en el futuro. Leo y respondo comentarios y siempre estoy pendiente de las dudas, consultas, y opiniones de mis espectadores. En muchos sentidos, hemos creado una micro comunidad que de a poco va creciendo. Algunos, incluso, han leído libros que he recomendado y yo también he leído otros que ellos me han recomendado. Es un constante ida y vuelta.

4B ¿Estudiás o estudiaste alguna carrera vinculada con la literatura?

R.E Lo consideré cuando era más joven y luego lo descarté –cosa de la cual no me arrepiento-. Hice otra carrera relacionada con el Arte (la Licenciatura en Composición Musical) y aprendí mucho sobre cultura, estética y movimientos artísticos e intelectuales. La literatura es algo que me apasiona desde chico y constantemente busco aprender cosas nuevas.



Rodrigo Éker


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Tengo 26 años. Actualmente vivo en la Ciudad de Mendoza. Toco el piano (más como hobby que otra cosa) y leo constantemente. Estoy trabajando en mis primeras novelas -orientadas hacia la tradición del realismo literario- y espero que en algún momento vean la luz del día. Me gusta el cine de terror, de contenido psicológico y de alto peso artístico (mis directores favoritos son Stanley Kubrick y Nicolas Winding Refn)


                            https://cuatrobastardos.com/2017/03/20/rodrigo-eker-entrevista-booktuber/

Impunidad y luna llena. Luis Melnik

     El ser humano es el único en el reino de la Creación que trepó las cordilleras, se internó en las profundidades marinas y conquistó el espacio porque su curiosidad lo impulsó, imaginó nuevas vidas y fronteras. Casi siempre necesitó de un medio para alcanzar esos fines. Pero de los muchos transportes creados, el automóvil es el único que siempre es absoluta y totalmente controlado por el ser que lo guía. El avión no puede aterrizar en cualquier parte y no vuela en toda circunstancia. Los sistemas de colectivos tienen rutas fijas y no son sus usuarios quienes los conducen, las motos no son para las familias. Los trenes viajan sobre rieles prefijados y solo van de punto a punto. Las tablas de surf, los planeadores, los globos aerostáticos, las bicicletas, las lanchas o los veleros son muy divertidos, pero tienen grandes restricciones y bien podría decirse que para llegar a su lugar de práctica es imperioso ir en auto. Para nacer, para internarse, para casarse, para bautizar niños, para ir al trabajo o a los colegios se usan transportes sobre ruedas, que también se encargan del último viaje terrenal.

    Los rodados que hoy circulan tienen muchas de las cualidades humanas y son, al mismo tiempo, simétricamente opuesto. El cuerpo humano en sus primeros años de vida no se gasta, pero cambia. El auto se desgasta, pero no cambia. Algunos autos pueden dirigirse a un lugar remoto, recorrer miles de kilómetros sin asistencia alguna y otros necesitan cataplasmas todo el tiempo. Algunos seres humanos no necesitan ni un analgésico y otros se pasan todo el tiempo en talleres médicos.

    Los autos no engordan, pero se achanchan. Los seres humanos toman color expuestos al sol y los autos lo pierden. Los autos nunca duermen, ni sueñan, ni piensan en nada. Sus dolores no los sufren: los comunican, los transfieren. Un reventón, un raspón, un tapizado destruido, le duelen al conductor.

    Los autos nunca escapan, son robados. No traicionan, son abandonados. No contestan. No levantan la voz. No tienen cerebro: tienen conductores. Y el automovilista es un ser mutante. Este hombre/mujer/lobo tan pronto baje de la carroza que conduce como si fuera un energúmeno perderá colmillos y pelambres, recuperará su piel de cordero, será tímido y sufriente. Un flácido Clark Kent retomará su lugar en el enjambre hasta que una nueva aventura motorizada lo reclame. El automovilista puede ser Aladino desde que concretamente, se despega del suelo cuando viaja al comando de su auto. Puede ser Mary Poppins o Peter Pan, Fangio o el Capitán Maravilla.

    Son seres humanos irreconocibles que nunca sienten que tengan algo que ver con todo lo que pasa en el tránsito, que adquieren una peligrosa infalibilidad que les hace suponer que nada puede pasarles a ellos. Por eso, en los países que más han atacado la irresponsabilidad personal, en la publicidad sobre seguridad en el tránsito, jamás exhiben muertes o accidentes: los que deberían asustarse de un insuceso, reaccionan  con una actitud de autodefensa protectora y rechazan la posibilidad de este. Nadie cree ser parte del descalabro ciudadano. Nadie imagina que una frenada aquí puede extender sus consecuencias allá, a mucha distancia incluso hasta el vehículo que transporta sus hijos al colegio.

    Por eso, los que manejan salen de sus autos donde se creyeron invisibles para el resto de sus congéneres y, sin verlo que los aísla y da impunidad, serán mansos caminantes.

    Hasta la próxima luna llena.

                                                                                            Luis Melnik 

Enganchados al móvil. Artículo de prensa de Juan José Mairal.

p>Enganchados al móvil. Artículo de opinión de Juan José Mairal 

Publicado por Jacetania Express en GLOBAL, Opinión

¿Quién puede dudar, hoy en día, que todos o una gran mayoría de ciudadanos estamos enganchados al móvil o smartphone? Basta con observar a todo bicho viviente ir por la calle, en el metro, en el autobús, en una cafetería, en un parque, en un cine, en un polideportivo, en un estadio de fútbol,... No hay quien se libre.

Estamos haciendo del móvil nuestro aliado y amigo indispensable y hasta único, a veces, con el que no se puede salir de casa sin su compañía. Alguien dijo que el móvil es el chupete de nuestros tiempos, el juguete de nuestros ratos y el confidente de nuestros secretos. También es el causante, cómo no, de varias adicciones modernas. Pasar del uso al abuso es tremendamente fácil. El pasar tanto tiempo enganchados al smartphone hace que quitemos tiempo para estar con nuestros hijos, con nuestros amigos o viceversa, para dialogar, conversar, disfrutar y convivir sin aparatitos, mensajes, whatsapp y emoticono.

Pero, pese a todo lo que digamos, tenemos la batalla perdida; seguimos mirando las pantallitas y haciendo de su uso y abuso de ellas. Es lo que podemos llamar sociedad hiperconectada. El aumento del consumo del móvil es un hecho, una realidad que nos lleva a unas relaciones diferentes entre nosotros. Y lo malo o lo bueno, yo ya no sé, es que no todo tiene arreglo con el móvil o smartphone. Y eso es así.

                                                                                            Juan José Mairal Herreros


 


1) ¿Qué función cumplen los paratextos?

2) Menciona dos argumentos a favor y dos en contra del uso del móvil esgrimidos por el argumentador.

3) Ubica dos ejemplos de lenguaje figurado usado en el texto.

4) ¿Te parece que la ironía esta presente en el texto? Fundamenta tu respuesta con un ejemplo bien fundado.

5) ¿Qué entiendes por "sociedad hiperconectada" a la que se refiere J. José Mairal?

6) Si tuvieras que buscar un sinónimo del nexo extraoracional "Pero", ¿cuál de estos es el correcto?

- Además,

Sin embargo,

O,

7) Escribe un texto argumentativo cuya tesis sea: El uso del celular perjudica la calidad de vida de los adolescentes.

Usa por lo menos dos de los recursos retóricos estudiados en clase  organiza el texto en párrafos.

8) Estudia sintácticamente las siguientes estructuras lingüísticas:

El aumento del consumo del móvil es un hecho...


Todo bicho viviente va con su celular por la calle, en el autobús, en el metro y perdemos tiempo con nuestras familias.



martes, 14 de mayo de 2024

Luz estelar. Isaac Asimov

LUZ ESTELAR     Arthur Trent oyó claramente las palabras que escupía el receptor. -¡Trent! No puedes escapar. Interceptaremos tu órbita en un par de horas. Si intentas resistir, te haremos pedazos.    Trent sonrió y guardó silencio. No tenía armas ni necesidad de luchar. En menos de un par de horas la nave daría el salto al hiperespacio y jamás lo hallarían. Se llevaría un kilogramo de krilio, suficiente para construir sendas cerebrales de miles de robots, por un valor de diez millones de créditos en cualquier mundo de la galaxia, y sin preguntas.     El viejo Brennmeyer lo había planeado todo. Lo había estado planeando durante más de treinta años. Era el trabajo de toda su vida. -Es la huida, jovencito -le había dicho-. Por eso te necesito. Tú puedes pilotar una nave y llevarla al espacio. Yo no. -Llevarla al espacio no servirá de nada, señor Brennmeyer. Nos capturarán en medio día. -No nos capturarán si damos el salto. No nos capturarán si cruzamos el hiperespacio y aparecemos a varios años luz de distancia. -Nos llevaría medio día planear el salto, y aunque lo hiciéramos a tiempo la policía alertaría a todos los sistemas estelares. -No,Trent, no. -El viejo le cogió la mano con trémula excitación-. No a todos los sistemas estelares, sólo a los que están en las inmediaciones. La galaxia es vasta y los colonos de los últimos cincuenta mil años han perdido contacto entre sí.    Describió la situación en un tono de voz ansioso. La galaxia era ya como la superficie del planeta original -la Tierra, lo llamaban- en los tiempos prehistóricos. El ser humano se había esparcido por todos los continentes, pero cada uno de los grupos sólo conocía la zona vecina.    -Si efectuamos el salto al azar -le explicó Brennmeyer- estaremos en cualquier parte, incluso a cincuenta mil años luz, y encontrarnos les será tan fácil como hallar un guijarro en una aglomeración de meteoritos. Trent sacudió la cabeza. -Pero no sabremos dónde estamos. No tendremos modo de llegar a un planeta habitado. Brennmeyer miró receloso a su alrededor. No tenía a nadie cerca, pero bajó la voz: -Me he pasado treinta años recopilando datos sobre todos los planetas habitables de la galaxia. He investigado todos los documentos antiguos. He viajado miles de años luz, más lejos que cualquier piloto espacial. Y el paradero de cada planeta habitable está ahora en la memoria del mejor ordenador del mundo. -Trent enarcó las cejas. El viejo prosiguió-: Diseño ordenadores y tengo los mejores. También he localizado el paradero de todas las estrellas luminosas de la. galaxia, todas las estrellas de clase espectral F, B, A y O, y los he almacenado en la memoria.  Después del salto, el ordenador escudriña los cielos espectroscópicamente y compara los resultados con su mapa de la galaxia. Cuando encuentra la concordancia apropiada, y tarde o temprano ha de encontrarla, la nave queda localizada en el espacio y, luego, es guiada automáticamente, mediante un segundo salto, a las cercanías del planeta habitado más próximo. -Parece complicado.  -No puede fallar. He trabajado en ello muchos años y no puede fallar. Me quedarán diez años para ser millonario. Pero tú eres joven. Tú serás millonario durante mucho más tiempo.  -Cuando se salta al azar, se puede terminar dentro de una estrella.  -Ni una probabilidad en cien billones, Trent. También podríamos aparecer tan lejos de cualquier estrella luminosa que el ordenador no encuentre nada que concuerde con su programa. Podríamos saltar a sólo un año luz y descubrir que la policía aún nos sigue el rastro. Las probabilidades son aún menores. Si quieres preocuparte, preocúpate por la posibilidad de morir de un ataque cardíaco en el momento del despegue. Las probabilidades son mucho más altas. -Usted podría sufrir un ataque cardíaco. Es más viejo. El anciano se encogió de hombros. -Yo no cuento. El ordenador lo hará todo automáticamente.     Trent asintió con la cabeza y recordó ese detalle. Una medianoche, cuando la nave estaba preparada y Brennmeyer llegó con el krilio en un maletín -no tuvo dificultades en conseguirlo, pues era hombre de confianza-, Trent tomó el maletín con una mano al tiempo que movía la otra con rapidez y certeza.      Un cuchillo seguía siendo lo mejor, tan rápido como un despolarizador molecular, igual de mortífero y mucho más silencioso. Dejó el cuchillo clavado en el cuerpo, con sus huellas dactilares. ¿Qué importaba? No iban a aprehenderlo.     Una vez en las honduras del espacio, perseguido por las naves patrulla, sintió la tensión que siempre precedía a un salto. Ningún fisiólogo podía explicarla, pero todo piloto veterano conocía esa sensación.      Por un instante de no espacio y no tiempo se producía un desgarrón, mientras la nave y el piloto se convertían en no materia y no energía y, luego, se ensamblaban inmediatamente en otra parte de la galaxia. Trent sonrió. Seguía con vida. No había ninguna estrella demasiado cerca y había millares a suficiente distancia. El cielo parecía un hervidero de estrellas y su configuración era tan distinta que supo que el salto lo había llevado lejos. Algunas de esas estrellas tenían que ser de clase espectral F o mejores aún. El ordenador contaría con muchas probabilidades para utilizar su memoria. No tardaría mucho.     Se reclinó confortablemente y observó el movimiento de la rutilante luz estelar mientras la nave giraba despacio. Divisó una estrella muy brillante. No parecía estar a más de dos años luz, y su experiencia como piloto le decía que era una estrella caliente y propicia. El ordenador la usaría como base para estudiar la configuración del entorno. No tardará mucho, pensó Trent una vez más.     Pero tardaba. Transcurrieron minutos, una hora. Y el ordenador continuaba con sus chasquidos y sus parpadeos. Trent frunció el ceño. ¿Por qué no hallaba la configuración? Tenía que estar allí. Brennmeyer le había mostrado sus largos años de trabajo. No podía haber excluido una estrella ni haberla registrado en un lugar erróneo.     Por supuesto que las estrellas nacían, morían y se desplazaban en el curso de su existencia, pero esos cambios eran lentos, muy lentos. Las configuraciones que Brennmeyer había registrado no podían cambiar en un millón de años. Trent sintió un pánico repentino. ¡No! No era posible. Las probabilidades eran aún más bajas que las de saltar al interior de una estrella.     Aguardó a que la estrella brillante apareciera de nuevo y, con manos temblorosas, la enfocó con el telescopio. Puso todo el aumento posible y, alrededor de la brillante mota de luz, apareció la bruma delatora de gases turbulentos en fuga. ¡Era una nova!     La estrella había pasado de una turbia oscuridad a una luminosidad fulgurante quizás solo un mes atrás. Antes pertenecía a una clase espectral tan baja que el ordenador la había ignorado, aunque seguramente merecía tenerla en cuenta.     Pero la nova que existía en el espacio no existía en la memoria del ordenador porque Brennmeyer no la había registrado. No existía cuando Brennmeyer reunía sus datos. Al menos, no existía como estrella brillante y luminosa.     -¡No la tengas en cuenta! -gritó Trent-. ¡Ignórala! Pero le gritaba a una máquina automática que compararía el patrón centrado en la nova con el patrón galáctico sin encontrarla, y quizá continuaría comparando mientras durase la energía. El aire se agotaría mucho antes. La vida de Trent se agotaría mucho antes. Trent se hundió en el asiento, contempló aquella burlona luz estelar e inició la larga y agónica espera de la muerte. Si al menos se hubiera guardado el cuchillo… Isaac Asimov  Actividades  1. Localiza los personajes.  2. ¿Cuál es la complicación del relato?   3. Explica brevemente por qué es un cuento de ciencia ficción.  4. Estudiar la forma compuesta de la perífrasis “hubiera guardado”  5. ¿Cómo continuarías el relato?  6. Estudiar gramaticalmente los enunciados resaltados en azul.  7. Completa la tabla  Verbo conjugado  Persona gramatical  Número  Tiempo Modo Infinitivo oyó capturarán es llamaban efectuamos  tardarás nacían durase  8. Trabajar con la forma del pretérito perfecto compuesto del modo indicativo   m. Gram. Tiempo perfectivo que sitúa la acción, el proceso o el estado expresados por el verbo en un momento anterior al presente en un lapso no concluido Entonces, el pretérito perfecto se utiliza para hablar de un hecho pasado, un hecho concluido pero enmarcado dentro de un momento temporal todavía presente.