domingo, 9 de abril de 2023

Fábula del cuervo y el zorro.

  Estaban un grupo de pastores descansando después de haber comido, cuando el cuervo consiguió acercarse y robar un buen trozo de carne, que había sobrado a los hombres.

Satisfecho de haber conseguido tan suculento manjar, el cuervo se subió a lo alto de un árbol para disfrutar de él.

Por casualidades de la vida, pasaba por allí un zorro que, al ver semejante trozo de carne, tramó un plan para arrebatárselo al cuervo.

– Buenos días, señor cuervo. Hay que ver que plumaje tan brillante tiene usted. Me fascina su elegante figura, que no se puede comparar con la de ningún otro cuervo que haya visto jamás. Y le garantizo que he visto muchos – dijo el zorro.

El plan estaba en marcha. Los halagos del zorro tenían un claro objetivo y,  prosiguió – Estoy seguro de que su belleza no es superada por ningún otro cuervo. Lástima que no pueda escucharlo cantar, pero ahora me tengo que ir.  Hay otros animales a los que me gustaría admirar –

El cuervo, henchido de vanidad, no quiso que el zorro se marchase sin escuchar y admirar su canto y, así, soltó el trozo de carne para cantar.

Justo en ese instante, el zorro abrió la boca y se comió el bocado que el cuervo había robado. Y, con la tripa llena, le dijo – ¡Pobre cuervo! Ser tan presumido y vanidoso no te va a traer más que problemas. La próxima vez, no te fíes de aquellos que sólo te dicen cosas bonitas para conseguir algo a cambio. –

Y así, el astuto zorro se marchó, dejando al cuervo sin su carne y pensativo sobre lo que le había sucedido.