domingo, 9 de abril de 2023

Un joven cangrejo, fábula.

 Un joven cangrejo

    Un joven cangrejo pensó: "¿Por qué todos los miembros de mi familia caminan hacia atrás? Quiero aprender a caminar hacia delante como las ranas, y que se me caiga la cola si no lo consigo".

    Empezó a entrenarse a escondidas, entre las piedras de su arroyuelo nativo, y los primeros días le costaba muchísimo trabajo lograrlo. Chocaba contra todo, se magullaba la coraza y una pata se le enredaba con la otra. Pero las cosas fueron mejorando lentamente, porque todo puede aprenderse cuando se desea de veras.

    Cuando estuvo bien seguro, se presentó ante su familia y les dijo:

    - Fijaos-. Y dio una magnífica carretilla hacia delante.

    - Hijo mío - dijo la madre llorando-, ¿has perdido el juicio? Vuelve y camina como te hemos enseñado, camina como tus hermanos, que tanto te quieren.

    El padre se lo quedó mirando un rato severamente, y luego dijo:

    -¡Ya basta! Si quieres quedarte con nosotros camina como todos los cangrejos. Si quieres hacer lo que te parezca, el arroyo es bastante grande: vete y no regreses más.

    El buen cangrejo quería a su familia, pero está convencido de que tenía la razón. Abrazó a su madre, saludó a su padre y hermanos y se marchó.

    Su paso despertó inmediatamente la sorpresa de un grupo de ranas que se habían reunido en torno a una hoja para charlar.

    - El mundo va al revés, -dijo una rana-. Mirad a aquel cangrejo y decidme si me equivoco.

    - Ya no hay educación- dijo otra rana.

    - Vaya, vaya - dijo una tercera.

    Pero, todo hay que decirlo, el cangrejito continuó adelante por el camino que había escogido. En cierto momento sintió que le llamaba un viejo cangrejote de expresión melancólica y solitario que estaba junto a un guijarro.

    -Buenos días. dijo el joven cangrejo.

    El viejo cangrejo le preguntó:

    -¿Qué crees que estás haciendo? También yo, cuando era joven, pensaba enseñar a caminar hacia delante a los cangrejos. Y mira lo que he conseguido: vivo solo y la gente se cortaría la lengua antes de dirigirme la palabra. Mientras estés a tiempo de hacerlo, hazme caso: resígnate a caminar como los demás y un día me agradecerás el consejo.

    El joven cangrejo no sabía qué responder y no dijo nada. Pero pensaba: "Yo tengo la razón".

   Y, después de saludar atentamente al viejo, volvió a emprender de nuevo su camino orgullosamente.

    ¿Llegará muy lejos? ¿Tendrá suerte? ¿Logrará enderezar todas las cosas torcidas de este mundo?


                                        Cuentos por teléfono. Gianni Rodari, Editorial Juventud.