viernes, 12 de mayo de 2023

Carta o epístola de Juan Zorrilla de San Martín a su hijo José Luis.

 

Carta o epístola de Juan Zorrilla de San Martín a su hijo José Luis.

                                                     Montevideo, 20 de mayo de 1914


Mi querido José Luis:

                               Llegaron ayer las dos cartas suyas, una para Elvira y otra -por fin- para mí. El correo anda como la mona. Ya se regularizará y acaso aparezcan las cartas que por lo visto has mandado y se han perdido. Mucho me ha interesado tu impresión de París y la calle Lubeck donde vives.

                                ¿Conque has sufrido un desencanto con el gran Rodin? No me sorprende. Los sufrirás y mayores de los que puedas imaginar. Pero son desencantos  educativos. Eso es todo: ver las realidades a través de las apariencias: evitar la poudre aux deux, los prestigios clamorosos.

                              Por esta santa casa, la procesión sigue su curso, mi ruda labor de Punta Carretas me impidió, efectivamente, tener el gusto de recibir el otro día a Bimba; pero he encargado a Elvira que la invite en mi nombre a comer uno de estos días con nosotros. No faltará, por cierto, ni el fiambrecito ni las bananas clásicas con que se obsequia a las personas que nos son queridas en este hogar.

                            Y nada más por ahora, pues mi principal objeto ha sido, al escribirte cuatro letras, el no contar con las promesas de tus activos hermanos. Recibe, pues, por mi intermedio, el abrazo de ellos. Y muy especialmente el muy cariñoso de 

                                                                     Tu padre


                                   A mí me aplauden. Las historias que China no contó. Diego Fischer.

Carta II

                                                            México, D. F. a 4 de febrero de 1947 

Mujercita:

                No pudimos salir el domingo por falta de gasolina y no fue sino hasta las doce de la noche del lunes cuando llegamos a esta. Yo creo que me voy a regresar antes de lo que esperaba, pues ya está por arreglarse el asunto. Ya te platicaré después en que consiste el ofrecimiento que me hicieron.

                Dime cómo están los niños y los has envuelto bien ahora que comienza a hacer frío. Dime también cómo están esos ojos tan bonitos que con esta hora en que escribo ya van 48 horas que no los veo, 2.880 minutos o 17.280 segundos; y si ya les has enseñado a hacer nuevos gestos. Cuéntamos también cómo se ha portado esa muchachita a la que quiero tanto (...).

                No sé, a veces, cuando me pongo a pensar que tengo que venir a vivir aquí, siento un cosquilleo muy raro en el estómago (tú ya sabes que esas cosquillas son mi falta de decisión), y es que ya siento extraña la vida de aquí, o tal vez porque tú has hecho que Guadalajara sea lo que antes de conocerte no era para mí. Aunque... Y ahí está el aunque. Yo ya dije lo que tenía que hacer y lo haré, ayudando mi voluntad con la tuya. Espero lo mejor para los dos.

            Te ODIO, mujercita de mi alma.

                                                                            Juan

Carta I

                                                         México, enero 10 de 1943

Chiquilla:

                ¿Sabes una cosa?

                He llegado a saber, después de muchas vueltas, que tienes los ojos azucarados. Ayer nada menos soñé que te besaba los ojos, arribita de las pestañas y resultó que la boca me supo a azúcar; ni más ni menos, a esa azúcar que comemos robándonosla de la cocina, a escondidas de la mamá, cuando somos niños.

                También he concluido por saber los cachetitos, el derecho y el izquierdo, los dos, tienen sabor a durazno, quizá porque del corazón sube algo de ese sabor.

                Bueno, la cosa es que, del modo que sea, ya no encuentro la hora de volverte a ver.

                No me conformo, no; me desespero.

                I am hurry because finshed me the ink.

                                                                        Juan Rulfo