lunes, 4 de diciembre de 2023

Secuencia APE Leyenda El origen de la sabiduría

 Origen de la sabiduría


Cuenta la leyenda... que los dioses se reunieron para esconder la sabiduría, pues el ser humano se iba a degenerar y no era recomendable que la tuviera en sus manos.  Solo se destruiría más rápido y lograría realizar daños muy grandes. Pero era necesario que estuviera al alcance de gente preparada para que hicieran buen uso de ella.


Se levantó el Dios de las aguas y dijo:

"Escondamos la sabiduría en el fondo de un océano, en una caverna submarina y pongamos un monstruo marino a resguardarla, ahí nunca la encontrará".

Uno de los Dioses se adelantó al futuro -dice la leyenda- y se encontró con la sorpresa de que el ser humano haría guerras en el fondo de los océanos, y que si la sabiduría estaba ahí,  era inseguro saber en qué manos iba a caer, no era  buen lugar.


Se levantó en la asamblea el Dios de la tierra y dijo:

"Escondamos la sabiduría en las entrañas de la tierra, ahí nunca se le ocurrirá buscar". Nuevamente se adelantan al futuro y se dan cuenta que el ser humano haría perforaciones en todos lados, por codicia, buscando minerales, piedras preciosas, etc. Y no se sabría qué tipo de ser humano encontraría la sabiduría, tampoco era un buen lugar.


Entonces habló el Dios del aire y dijo:

"Escondamos la sabiduría en la más alta montaña, donde jamás un pie humano ha llegado".  Se adelantan al futuro y ven que el ser humano por orgullo trataría de conquistar las más altas montañas, gente así tampoco era recomendable que la encontrara.


 Hablaron de decenas de lugares, pero ningún lugar era seguro, por fin uno dijo:

"Escondamos la sabiduría dentro del mismo ser humano, ahí no la buscará, solo el que tenga puro y noble corazón se le ocurrirá buscarla en ese lugar". 


Todos los dioses estuvieron de acuerdo, y desde entonces la sabiduría está ahí..."



                                                            - Templo de Delfos-  www.odaee.org 


Actividades: 


Leemos atentamente la leyenda y luego realizamos las siguientes actividades propuestas a continuación

Comentá con tus propias palabras sobre qué trata la leyenda. Organiza tu comentario en dos párrafos teniendo en cuenta los signos de puntuación, sangría, uso de mayúsculas y ortografía. 

Reconocé el tipo de narrador que encontramos en este texto, copiá algunas de las palabras que te sirvieron para poder reconocerlo. 

Marcá en el siguiente ejercicio si se trata de información VERDADERA o FALSA. En caso de ser falsa, anotá la verdadera:

Los dioses estaban de acuerdo al lugar en donde esconder la sabiduría, solamente quisieron hacerle una broma a los hombres __________

Uno de los motivos que tenían para esconder la sabiduría era porque el hombre es pecador. __________

Todas las siguientes palabras son antónimos de SABIDURÍA: rebelde, estudioso, ignorante, inmaduro. __________

En el siguiente enunciado marca oración, verbos conjugados, sujeto expreso y predicado.

"Todos los dioses estuvieron de acuerdo, y desde entonces la sabiduría está ahí..."

  1. Ubica un GSN y estudia cómo está conformado.

Secuencia APE 9os.

 Secuencia APE 


 

 ACTIVIDADES PARA EL ARTÍCULO LOS MIGRANTES Y EL AGUA DE LA MUERTE

 

 Luego de leer el artículo atentamente, contesta las siguientes preguntas. Recuerda revisar tu puntuación y ortografía.

 1) Nombra los paratextos que encuentras en esta hoja. Explica para qué sirven.

2) De las siguientes opciones, señala qué clase de texto te parece que es, justifica tu respuesta.

a)                 Una novela

b)                 Un cuento

c)                 Un artículo periodístico

d)                Una obra de teatro

3) ¿Qué significa ser migrante?

4) ¿Quiénes son los migrantes a los que se refiere el texto? ¿De dónde provienen?

5) ¿Por qué deben migrar? ¿Cuáles son los problemas que tienen en sus países de origen?

6) ¿Cuáles son los peligros que enfrentan al emigrar?

7) Selecciona una opción y justifica tu respuesta. Las letras en cursiva que aparecen en el texto:

a)                 No significan nada

b)                 Es la misma autora que cambia la letra

c)                 Están en cursiva para mostrar lo que piensa otra persona.

d)                Están en cursiva para mostrar lo que piensan dos personas más.

8) Escribe todas las referencias a la palabra “muerte” que encuentres en el primer párrafo de este texto.

9) ¿Qué tipo de sintagmas son “el agua de la muerte” y “muerte en el agua”? Justifica tu respuesta explicando cuál es el núcleo y a qué categoría de palabras pertenece.

10) La autora nos cuenta que los migrantes pretenden llegar a España. A lo largo del texto, Rosalba señala los problemas que tiene España como un alto desempleo, enumera los demás problemas que señala la autora.

11) Rosalba Oxandabarat escribe este texto porque (puedes marcar más de una opción):

a)                 Quiere exigir justicia para las personas que deben migrar en estas condiciones.

b)                 Porque piensa que la migración es un derecho humano.

c)                 Porque está aburrida.

d)                Porque no se le ocurrió otra cosa.

e)                 Porque quiere narrar hechos que suceden con frecuencia, pero que no muchos conocen.

13) Marca enunciado, verbos conjugados, oraciones, sujeto expreso o tácito, predicado.

 “Esta misma semana otra foto dio la vuelta al mundo: mostraba a un niño pequeño, de unos 4 años, caminando solo en el desierto que separa a Jordania de Siria. 

Secuencia APE 9o. años Los migrantes y el agua de la muerte


Migrantes en Túnez.

Rosalba Oxandabarat

Los migrantes y el agua de la muerte

Las personas que vemos en la foto, por esas raras coincidencias de gestos especiales que un fotógrafo alerta llega a captar, parecerían adorar la luz, buscarla, recibirla. En realidad, la foto retrata a migrantes somalíes que buscan señal con sus celulares. Buscan comunicarse con parientes en una playa llamada Korlay, cerca de Djibouti. Korlay, se explica, significa “agua muerta” o “agua de la muerte”. Junto al agua de la muerte, los somalíes de la foto, como todo migrante, buscan alguna manera de perpetuar o mejorar su vida. Y es trágicamente acertada esa conjunción, porque la manera en que los africanos que huyen de su país transitan esa migración comporta, ciertamente, peligros de muerte. Y muerte en el agua. 

Esta misma semana otra foto dio la vuelta al mundo: mostraba a un niño pequeño, de unos 4 años, caminando solo en el desierto que separa a Jordania de Siria. Fue publicada en varios medios, como un hecho patético y milagroso. En realidad, el niño marchaba solamente unos cuantos metros atrás de sus familiares, y de un grupo conformado por los tantos que periódicamente huyen de la violencia en Siria. Y no deja de ser irónico que una foto, no trucada, pero sí recortada, provocara tanta emoción en un mundo donde la noticia, ya no de cuántos miles huyeron de acá o de allá para llegar a tierras que creen más promisorias, sino de cuántas decenas que sumándose van redondeando unos cuantos miles mueren en el intento desde que, en 1988, aparecieron los primeros cadáveres en el Estrecho de Gibraltar. Hace pocos días una decena de migrantes procedentes de Marruecos murieron tratando de ingresar a España.

Lo extraño es que estas personas, como las que murieron en Ceuta, quieren llegar a un país azotado por la crisis y el desempleo, y parten desde un continente que -según la coordinadora de Desarrollo Local Sostenible, de Alianza por la Solidaridad, Almudena Moreno- crece un promedio de 9 por ciento anual. Pero, señala el mismo informe, el último Afrobarómetro “pone en evidencia la desconexión entre la riqueza creada por los estados y la persistencia de la pobreza de una ciudadanía que tiene serios problemas para garantizar sus necesidades más básicas”. En el África subsahariana, continúa, una quinta parte de la población padece malnutrición y hambruna, mientras en el continente grandes compañías compran tierras “para producir alimentos que luego exportan, mientras los habitantes locales pasan hambre”.

Y además, no hay que desdeñar la fuerza del sueño del país mejor. El sueño de ser uno más en un país que creen mejor. Entre los derechos humanos debería estar el derecho a ser considerado un vecino. Ser considerado tal no quiere decir que tu vecino te ame, te visite, te invite a su casa, aparezca frente a la tuya -como se ve en algunas películas hollywoodenses, para “americanos-americanos”, naturalmente- con una tarta de chocolate para darte la bienvenida. Solo significa que reconozca tu derecho a estar ahí, a no mirarte como intruso, a no confinarte en tu extrañeza. Nada de eso les pasará a los migrantes, si es que logran pasar las fronteras que los repelen. La historia de las migraciones abarca mucho más que historias humanas, pero estas la surcan y la riegan con infinito dolor. 

En El País de Madrid (10 de febrero de este año) la escritora Almudena Grandes, refiriéndose a los muertos en Ceuta, publica: “En Marruecos se siguen viendo los telediarios españoles, una repugnante espiral de escándalos, corrupción, desahucios, suicidios, desempleo y desesperación, pero ellos lo siguen intentando. Con concertinas, con botes de humo, con las mortíferas corrientes del Estrecho, se siguen jugando la vida, la siguen perdiendo. Prefieren ser pobres en España que uno más en sus países de origen. A mí, cuando pienso en ellos, en su miseria, en sus anhelos, en las camisetas del Barça o del Madrid que algunos se pondrían para venir a morir a Ceuta, se me parte el corazón. Y hasta echo de menos a Dios, porque si creyera en él tendría al menos la esperanza de que alguien pague por esto alguna vez, en alguna parte”.

Por ahora, nadie pagó.

Secuencia APE 


 

 ACTIVIDADES PARA EL ARTÍCULO LOS MIGRANTES Y EL AGUA DE LA MUERTE

 

 Luego de leer el artículo atentamente, contesta las siguientes preguntas. Recuerda revisar tu puntuación y ortografía.

 1) Nombra los paratextos que encuentras en esta hoja. Explica para qué sirven.

2) De las siguientes opciones, señala qué clase de texto te parece que es, justifica tu respuesta.

a)                 Una novela

b)                 Un cuento

c)                 Un artículo periodístico

d)                Una obra de teatro

3) ¿Qué significa ser migrante?

4) ¿Quiénes son los migrantes a los que se refiere el texto? ¿De dónde provienen?

5) ¿Por qué deben migrar? ¿Cuáles son los problemas que tienen en sus países de origen?

6) ¿Cuáles son los peligros que enfrentan al emigrar?

7) Selecciona una opción y justifica tu respuesta. Las letras en cursiva que aparecen en el texto:

a)                 No significan nada

b)                 Es la misma autora que cambia la letra

c)                 Están en cursiva para mostrar lo que piensa otra persona.

d)                Están en cursiva para mostrar lo que piensan dos personas más.

8) Escribe todas las referencias a la palabra “muerte” que encuentres en el primer párrafo de este texto.

9) ¿Qué tipo de sintagmas son “el agua de la muerte” y “muerte en el agua”? Justifica tu respuesta explicando cuál es el núcleo y a qué categoría de palabras pertenece.

10) La autora nos cuenta que los migrantes pretenden llegar a España. A lo largo del texto, Rosalba señala los problemas que tiene España como un alto desempleo, enumera los demás problemas que señala la autora.

11) Rosalba Oxandabarat escribe este texto porque (puedes marcar más de una opción):

a)                 Quiere exigir justicia para las personas que deben migrar en estas condiciones.

b)                 Porque piensa que la migración es un derecho humano.

c)                 Porque está aburrida.

d)                Porque no se le ocurrió otra cosa.

e)                 Porque quiere narrar hechos que suceden con frecuencia, pero que no muchos conocen.

13) Marca enunciado, verbos conjugados, oraciones, sujeto expreso o tácito, predicado.

 “Esta misma semana otra foto dio la vuelta al mundo: mostraba a un niño pequeño, de unos 4 años, caminando solo en el desierto que separa a Jordania de Siria. 

domingo, 19 de noviembre de 2023

Leyenda del Paso de la Cruz de Fernán Silva Valdés.

 LEYENDA DEL PASO DE LA CRUZ 

 En muchos lugares de mi tierra hay parajes llamados "de la cruz". Cerros, arroyos, cañadas, pasos, etcétera. Todos tienen su historia, generalmente vulgar y parecida: una muerte, luego una cruz señalando el sitio en que yace el finado, cuando no el lugar del crimen; y luego el tiempo goteando sobre el paraje su agua de olvido o de recuerdo; borrando el episodio o avivándolo hasta la fábula; (...) 

El "paso de la cruz" al cual me refiero, es un vado sobre uno de los ríos más bellos del país: el río Yi, que es como decir agua dos veces, ya que en lengua guaraní la letra "i " pronunciada de un modo particular quiere decir agua. En dicho paso, a la sazón no se ve ninguna cruz que justifique el nombre, pero si ésta ya no existe, flota aún por el lugar la cola misteriosa de su leyenda poética y fantástica como pocas, muy desvaída y deshilachada ya. Vamos con ella. Dicen que era un hombre muy bueno pero que en su juventud había sido un gran pecador. La vida de los hombres, y hasta la de los santos, está nutrida de casos así. El nuestro, de joven había sido "mozo flor". Flor de pecado, que es la flor señuelo, a oler el perfume del cual nos allegamos con facilidad mayor que al de la virtud. Y el gaucho flor que les estoy mentando atraía con algo de diablo en la simpatía que inspiraba a machos y a hembras. Se decía que era hombre "acompañado", es decir, que poseía un talismán "compuesto" con plumas de caburé; "compostura" que le había hecho un indio brujo que curaba moribundos y realizaba milagros (...)  Y los hombres lo temían; y las mujeres lo soñaban.« A su paso, los corazones de las chinas románticas y querendonas se estremecían como queriendo volverse hacia arriba, para señalar con sus puntas de brújulas humanas el rumbo del hombre que los imantaba. Mas si el éxito da amigos, también da — por supuesto — enemigos, y como la naturaleza paga bien por bien y mal por mal, el hombre empezó a cosechar en contra, vale decir: su siembra de males. Luego, al pisar la madurez de sus años, se le despejó algún claro de su celeste interior, y su conciencia se le paró de manos, voleándolo. Se levantó maltrecho de su golpe espiritual, y desde ese punto de su vida comenzó a ser lo contrario de lo que fuera hasta el momento. El dedo de la gracia le tocó la llaga y empezó a andar el camino de su perfección. Años y penas le costó hacer olvidar su ayer. Mas tanto dio en el clavo, tanto bien hizo, que las nuevas generaciones lo tuvieron por santo, y una aureola de prestigio le rodeó sus brazos por el cuello y el pago entero lo bendijo (...).

Y bien: el pago tenía su santo, Pero males de otra maldad anidan en el alma de otros hombres, y hombres forasteros, de espíritu cruel y suelto, sin ligaduras con el ayer ni con el mañana, llegaron al lugar, no respetando el prestigio del anciano, en el cual sólo vieron un viejo brujo de larga historia que "debía tener plata escondida"; y una noche, para arrancarle el secreto del escondite de un oro que no existía, lo golpearon hasta causarle la muerte. Los asesinos, con el fin de esconderlo, lo dejaron oculto entre unas piedras, a la sombra pobre de unos talas, más con el fin de ocultarlo que de darle sepultura, aun cuando ésta era una manera de sepultar, en los casos en que estuviera muy distante la tierra sagrada del cementerio. Y hasta aquí la historia; ahora viene la leyenda. Dicen que como no fue velado ni cubierto por la madre tierra, su alma no descansaba en paz, saliendo durante la noche a vagar en forma de luz mala que cumple penitencia. Y era un alma en pena. Salía en las noche.

 А dios oscuras su luz azulada, esa lucecita que acompaña a los jinetes y se posa en las ancas del caballo, ni más ni menos que las luces malas de todos los cuentos. Al cabo de unos años, la fama del paraje fue creciendo, apoyada, como las víboras, en su cola de misterio.  Tenía que ser valiente el hombre que se atreviera а раsаг por allí. Uno que otro gaucho guapo lo hacía de vez en cuando mediante alguna apuesta; mas así quedaba: loco, idiota, cuando no muerto, valgan las afirmaciones de los habitantes de la región. Pero es que así, con sales de asombro, y de miedo, y de fantasía, se sazona el episodio que ha de llegar a la fábula o ha de elevarse hasta el mito. Entonces es cuando: Crece, crece la leyenda como un hongo, y va formando corrales de palo a pique con muertos resucitados, ¡Pago desgraciado aquel en el cual no había un alma buena que clavara una cruz por el finado! Entonces, milagrosamente, en el sitio del crimen, nació una planta.  Esa planta, en pocos meses creció tanto que llegó a ser un árbol vigoroso, y éste árbol tomó la forma de una cruz más que un árbol. Un tronco con dos brazos horizontales, sin ramas ni hojas (...). 


jueves, 2 de noviembre de 2023

Leyenda del timbó de Fernán Silva Valdés

 Había enseñado a sus hijos cómo se caza a la fiera; cómo se pelea al enemigo, cómo se domina al semejante. Y así, padre de varones, en su vida hecha para dar ejemplos, todo había sido dureza, energía, grito de guerra. Pero al final de su fuerte madurez, la india que compartía su toldo le había dado una niña. Una niña después de tanto indiecito escalonado. Y como a un cactus cualquiera de la naturaleza vegetal, a aquella espina humana le había nacido una sonrisa, quiero decir, una flor. 

Así fue la niña india: flor por lo femenina y flor por su hermosura. Fue hermosa, primero porque lo fue, y segundo, porque tenía que serlo para cumplir su destino dentro de la leyenda. Toda leyenda es vida en sus raíces, y ella fue una de las raíces de esta leyenda. La fama de su belleza salió del pago hacia otros lugares, y como a los otros pagos llegó agrandada al pasar de boca en boca y de admiración en admiración,  los hombres vecinos la amaron primero que los de su tribu.

 Y el hijo del cacique más próximo fue el primero en buscarla. Sus bomberos le comunicaron que la hermosa se internaba en el bosque lindero en busca de frutas y de flores; y él rondaba el bosque con sus armas en son de cacería. Un venado que él perseguía, se detuvo junto a un burucuyá que solía visitar ella;  los ojos dulces y la enredadera los  pusieron frente a frente. Hablaron y se entendieron, que para ello habían nacido.  Y como  no podían unirse, rompieron la ley deobedeciendo a la ley de Tupa.  Y se fueron. La leyenda se nutre de felicidad y dolor. La felicidad voló como volaron ellos: el viejo gimió de dolor. 

Primero envió comisionados a todas las tribus  reclamando a su hija y amenazando con la guerra a la tribu que la poseyera. Supo que el heredero de la tribu próxima también había desaparecido, supuso , por lo tanto, que con él se había fugado. Es así que el viejo guerrero salió en su busca acompañado de sus jefes de confianza. Partieron con el calor de los días tropicales, se fueron enhebrando una a una, en el grito paternal con que la llamaba de árbol en árbol, de río en río y de cerro en cerro.  Los pájaros seguían cantando inocentes y ajenos al dolor del hombre; solo el urutaú parecía compadecerlo, acompañándolo de noche en noche con el llanto de su grito impresionante. El viejo, siguiendo la práctica india, de tiempo en tiempo apretaba su oreja contra la tierra, en la esperanza de oír los pasos de su hija, volviendo arrepentida o feliz — fuera como fuera — a su reclamo. 

Y llegó el invierno. En su dolor había perdido el sentido. Se pasaba las horas con el oído en tierra ante la impaciencia de sus indios. Hasta que estos lo amenazaron con dejarlo solo. El viejo cacique no cedió, y sus hombres, entonces, lo abandonaron. Al año siguiente, cuando los días se empezaron a alargar la pisada del chajá, salieron a buscar al cacique. Antes de contar una luna lo hallaron; pero lo hallaron muerto en la humedad de un bajo. Su cuerpo estaba intacto, como conservando una apariencia de vida con la cual recibir la feliz presencia de la hija que nunca volvió. Cuando lo fueron a levantar, vieron que estaba unido por una de sus orejas, que había echado raíces. Para rescatarlo tuvieron que cortar la cual quedó unida a la madre tierra.

De esa oreja nació una planta; y esa planta se convirtió en un árbol corpulento; y ese árbol, todas las primaveras prodiga unas bayas oscuras en forma de oreja humana: denominada oreja del indio. 

Leyenda del caserón de la muerte de Fernán Silva Valdés


Leyenda del caserón de la muerta

Confieso que me interesan, que "me tiran" las brujerías ; y quisiera creer en ellas más de lo que creo. El vulgo, en general, cree en estas cosas por ignorancia candorosa, y muchas gentes ilustradas creen — o quieren creer — en un sentido superior, de vuelta, por respeto a lo desconocido y más que nada, por la atracción del misterio. Es una manera de sentir la poesía del más allá.

Y bien. Estamos en un establecimiento ganadero, o mejor, en una estancia. Somos un grupo de gente civilizada. Hemos venido a pasar unos días de descanso. A despeinarnos el espíritu, levantándonos temprano, aspirando el gran aire de las cuchillas orientales al galope elástico de nuestros caballos cuarterones .. . "al galopón por los campos sonoros", como dije una vez  en frase concebida sin quererlo, tan de a caballo, que me salió con el ritmo del propio galope del potro. 

Esa noche, después de comer, pasamos a la sala a tomar el café y jugar a la baraja. Dios nos cría y nosotros nos juntamos; por eso se forman dos grupos: uno de bridge y otro de truco. Naturalmente que yo estoy en este. Me he dado el gusto de enseñar el juego del truco a tres amigas.

El partido era de seis. Confieso que jugar a este juego entre hombres, es interesante, pero jugarlo con intervención de damas, es encantador. Desde luego que cada chambonada de la compañera, lejos de ser motivo de crítica o de enojo, es motivo de comentarios graciosos y amables. Bueno, dieron las doce. Alguien recordó que era la clásica hora de los fantasmas y de las brujas; y como aquellos pagos queda aún flotando en la noche la cola blanca del misterio, salimos a tomar la luna antes de acostarnos, y entonces yo propuse ir a tomar un poco de misterio. Y fuimos; pero no todos. Nos decidimos cinco solamente. Montamos en un auto y nos dirigimos hacia "El caserón de la muerta".

Quedaba cerca. Era una ruina de piedra. Antiguamente había sido una pulpería clásica. Aún quedaba el arco de entrada y las huellas de la reja de fierro, por donde se atendía desconfiadamente a la brava clientela del vaso de caña o de ginebra.

"El caserón de la muerta" o la "Azotea de piedra", como se le llamó en otro tiempo, tenía su leyenda, que era la siguiente: el pulpero había sido un vasco honrado y laborioso. Su mujer le había dado varias hijas, casi todas rubias, rosadas, y lindas. Una sobre todo (que siempre entre las lindas hay una más linda). Era "la flor del pago". Por ella había siempre una fila de pingos en el palenque jugando a los grillos con las coscojas del freno, mientras sus dueños, en el interior de la pulpería, junto a la reja, se empinaban copas y copas, para malar el tiempo orejeando con los ojos y la mente, el momento de ver a la moza cruzar la trastienda en sus quehaceres domésticos: casera, linda y hacendosa.

Era bravo y duro el vasco, que sino, esa paloma no hubiera estado mucho en el palomar. La grupa de muchos fletes se lustraba sola al influjo del pensamiento de más de un gaucho que amansaba el viril deseo de llevarla en ancas. Pero la cosa no pasaba de ahí .. 

Muerto el vasco viejo, la familia perdió su guía; las muchachas se volvieron muy alegres; a dos por tres estaban de baile; y en uno de esos bailes, la paloma voló...

A raíz del episodio, en el pago sacaron estos versos que le oí cantar a un gaucho viejo en una cocina negra, entre el humo de la leña y el sonar del aguacero:

La cortejaba un mozo

Cantor y guitarrero,

Y una noche de luna

Se la llevó en las ancas

—Vidalitay—

De su caballo negro.

La paseó por los campos;

La paseó por las sendas;

De lo felices que eran

—Vidalitay—

Todos se hacían lenguas.

Cuando la vio dormida,

La miró un largo rato

Y se fue y no volvió .. .

Después la hallaron muerta,

Con los ojos abiertos

—Vidalitay—

Y la cara hacia Dios.

Del tal manera el pago

La supo bien llorar,

Que hasta los pajaritos

—Vidalitay—

Dejaron de cantar.

Hoy por allí en la noche

No pasan los viajeros,

Porque anda una "luz mala"

Que se posa en las ancas

—Vidalitay—

A la desgracia y la vergüenza, aquello siguió barranca abajo. Las otras palomas, como excitadas por el ejemplo, siguieron volando. La casa se hizo célebre, no solo por la alegría de sus moradores sino también por las voces que se empezaron a correr. Se decía que en a la media noche aparecía la muchacha muerta bailando con alguno de los concurrentes. Varios afirmaban haberla visto. Y cuando esto sucedía,el que con ella bailaba lo hacía sin darse cuenta, como atontado, tal cual si fuera guiado por las riendas de una fuerza misteriosa. Bailaba como un sonámbulo, y luego, al tiempo, por haber sido, sin saberlo, compañero de la muerta, se moría misteriosamente. El sebo del misterio y del asombro fue sobando los caireles de las fiestas. Por esta causa los bailes empezaron a ralear sus mozos y las mujeres se quedaron solas, se quedaron solas hasta que se las llevó el Demonio, una a una, como a la hermana aquella, sentadas sobre el poncho de verano puesto sobre las ancas del flete, que el diablo siempre anda bien montado.

Tal era la leyenda respecto al caserón de la muerte. Pues bien: hacia el sitio donde yacía la tapera aludida íbamos esa noche de luna, sedientos de embrujo, silenciosos, andando sobre el ruido suave del auto entre los pastos.

Y nos fuimos acercando. Raúl iba en el volante; a su lado Rosina, la muchacha más simpática del mundo, alegre, dispuesta, cantora y guitarrera; y atrás mi prima Reina, su marido y yo. Instintivamente, como todo hombre que se aboca a un peligro, llevé la mano al revólver. Entonces Reina, con esa firmeza y ese encanto que le son peculiares, me dijo con tono casi maternal: no seas ridículo, deja el revólver quieto, que si hay fantasmas o algo del otro mundo, no le vas a hacer nada con las balas. Al misterio hay que ir desnudo y valiente pero con respeto. Si tenes miedo reza, pero deja las armas para los fantasmas vivos, que a los muertos ya no hay que matarlos. Las reflexiones de mi prima fueron como un mandato. Ni siquiera me dieron vergüenza. Ella, como siempre, era la más dulce y era la más fuerte. Raúl detuvo el auto a cincuenta metros, e interrogó:

—Bajamos?

—Acércate más, le respondimos, inquietos y corajudos.

Llegamos a veinte, a diez metros .. . Bajamos del auto. La noche era como de día, o mejor: la noche era como el fantasma del día. El silencio se rayaba de grillos .. . Una paloma arrulló su sueño entre las piedras semicaídas de la tapera, entre esas piedras esculpidas de verde y brotadas de la peculiar "yerba de la piedra". Sentimos sobre nuestras cabezas el abrazo  de una lechuza. ¡Jamás hubo abanico que produzca tanto chucho!

Nos acercamos más. Yo, con mi conciencia de hombre, tomé la punta. Tiraba del terror como de un cabo. Mi amor propio masculino le daba silenciosos latigazos al miedo. Reina me alcanzó como queriéndome amadrinar. Pero en eso, detuvimos la marcha al unísono, y quedamos arrolladitos de terror, agarrados unos con otros de los brazos como en mutua protección: Una música, oímos una música desentonada, cual desgarrando su melodía entre las piedras ásperas. Una música desflecada como producida por instrumentos desconocidos. Música de "salamanca" o de laguna, cual si llegara a nosotros a través del agua honda de un lago. Sin cambiar su tono, nos fue envolviendo los sentidos con sus serpentinas negras de carnaval de la muerte, y dio vueltas alrededor de nuestras cabezas, y se alejó y vino nuevamente ensordeciéndonos con sus notas secas y amarillas de danza macabra.

—Dios mío, dijo Rosina, tapándose la cara con las manos.

—Dios mío, dijo Reina haciendo la señal de la Cruz; perdónanos Señor si hemos pecado al venir. El miedo había puesto viboritas en todas las nucas.

Y así fuimos reculando, tomados de los brazos, hasta llegar al auto, sin animarnos a darle la espalda al caserón. Entramos al coche y antes de partir miramos otra vez, sin quererlo, como tironeados por algo que nos dominaba. Y sobre una de las paredes sin techo de la ruina, tal cual vestida de neblinas largas y movientes a través de las cuales se veía un cuerpo con luces fosfóricas que se escurrían entre las túnicas, se alzaba la muerta, con la cabeza volcada sobre el pecho y los brazos caídos; pero tan caídos como chorros de agua. 

Toda ella era como un chorro de agua. Parecía colgada. Parecía una novia ahorcada colgando de la luna. 

domingo, 24 de septiembre de 2023

Los ojos verdes de Gustavo A. Bécquer, leyenda.

 Hace mucho tiempo que tenía ganas de escribir cualquier cosa con este título. Hoy, que se me ha presentado ocasión, lo he puesto con letras grandes en la primera cuartilla de papel, y luego he dejado a capricho volar la pluma.

Yo creo que he visto unos ojos como los que he pintado en esta leyenda. No sé si en sueños, pero yo los he visto. De seguro no los podré describir tal cuales ellos eran: luminosos, transparentes como las gotas de la lluvia que se resbalan sobre las hojas de los árboles después de una tempestad de verano. De todos modos, cuento con la imaginación de mis lectores para hacerme comprender en este que pudiéramos llamar boceto de un cuadro que pintaré algún día.

I

—Herido va el ciervo..., herido va... no hay duda. Se ve el rastro de la sangre entre las zarzas del monte, y al saltar uno de esos lentiscos han flaqueado sus piernas... Nuestro joven señor comienza por donde otros acaban... En cuarenta años de montero no he visto mejor golpe... Pero, ¡por San Saturio, patrón de Soria!, cortadle el paso por esas carrascas, azuzad los perros, soplad en esas trompas hasta echar los hígados, y hundid a los corceles una cuarta de hierro en los ijares: ¿no veis que se dirige hacia la fuente de los Álamos y si la salva antes de morir podemos darlo por perdido?

Las cuencas del Moncayo repitieron de eco en eco el bramido de las trompas, el latir de la jauría desencadenada, y las voces de los pajes resonaron con nueva furia, y el confuso tropel de hombres, caballos y perros, se dirigió al punto que Iñigo, el montero mayor de los marqueses de Almenar, señalara como el más a propósito para cortarle el paso a la res.

Pero todo fue inútil. Cuando el más ágil de los lebreles llegó a las carrascas, jadeante y cubiertas las fauces de espuma, ya el ciervo, rápido como una saeta, las había salvado de un solo brinco, perdiéndose entre los matorrales de una trocha que conducía a la fuente.

—¡Alto!... ¡Alto todo el mundo! —gritó Iñigo entonces—. Estaba de Dios que había de marcharse.

Y la cabalgata se detuvo, y enmudecieron las trompas, y los lebreles dejaron refunfuñando la pista a la voz de los cazadores.

En aquel momento, se reunía a la comitiva el héroe de la fiesta, Fernando de Argensola, el primogénito de Almenar.

—¿Qué haces? —exclamó, dirigiéndose a su montero, y en tanto, ya se pintaba el asombro en sus facciones, ya ardía la cólera en sus ojos—. ¿Qué haces, imbécil? Ves que la pieza está herida, que es la primera que cae por mi mano, y abandonas el rastro y la dejas perder para que vaya a morir en el fondo del bosque. ¿Crees acaso que he venido a matar ciervos para festines de lobos?

—Señor —murmuró Iñigo entre dientes—, es imposible pasar de este punto.

—¡Imposible! ¿Y por qué?

—Porque esa trocha —prosiguió el montero— conduce a la fuente de los Álamos: la fuente de los Álamos, en cuyas aguas habita un espíritu del mal. El que osa enturbiar su corriente paga caro su atrevimiento. Ya la res, habrá salvado sus márgenes. ¿Cómo la salvaréis vos sin atraer sobre vuestra cabeza alguna calamidad horrible? Los cazadores somos reyes del Moncayo, pero reyes que pagan un tributo. Fiera que se refugia en esta fuente misteriosa, pieza perdida.

—¡Pieza perdida! Primero perderé yo el señorío de mis padres, y primero perderé el ánima en manos de Satanás, que permitir que se me escape ese ciervo, el único que ha herido mi venablo, la primicia de mis excursiones de cazador... ¿Lo ves?... ¿Lo ves?... Aún se distingue a intervalos desde aquí; las piernas le fallan, su carrera se acorta; déjame..., déjame; suelta esa brida o te revuelvo en el polvo... ¿Quién sabe si no le daré lugar para que llegue a la fuente? Y si llegase, al diablo ella, su limpidez y sus habitadores. ¡Sus, Relámpago!; ¡sus, caballo mío! Si lo alcanzas, mando engarzar los diamantes de mi joyel en tu serreta de oro.

Caballo y jinete partieron como un huracán. Iñigo los siguió con la vista hasta que se perdieron en la maleza; después volvió los ojos en derredor suyo; todos, como él, permanecían inmóviles y consternados.

El montero exclamó al fin:

—Señores, vosotros lo habéis visto; me he expuesto a morir entre los pies de su caballo por detenerlo. Yo he cumplido con mi deber. Con el diablo no sirven valentías. Hasta aquí llega el montero con su ballesta; de aquí en adelante, que pruebe a pasar el capellán con su hisopo.

II

—Tenéis la color quebrada; andáis mustio y sombrío. ¿Qué os sucede? Desde el día, que yo siempre tendré por funesto, en que llegasteis a la fuente de los Álamos, en pos de la res herida, diríase que una mala bruja os ha encanijado con sus hechizos. Ya no vais a los montes precedido de la ruidosa jauría, ni el clamor de vuestras trompas despierta sus ecos. Sólo con esas cavilaciones que os persiguen, todas las mañanas tomáis la ballesta para enderezaros a la espesura y permanecer en ella hasta que el sol se esconde. Y cuando la noche oscurece y volvéis pálido y fatigado al castillo, en balde busco en la bandolera los despojos de la caza. ¿Qué os ocupa tan largas horas lejos de los que más os quieren?

Mientras Iñigo hablaba, Fernando, absorto en sus ideas, sacaba maquinalmente astillas de su escaño de ébano con un cuchillo de monte.

Después de un largo silencio, que sólo interrumpía el chirrido de la hoja al resbalar sobre la pulimentada madera, el joven exclamó, dirigiéndose a su servidor, como si no hubiera escuchado una sola de sus palabras:

—Iñigo, tú que eres viejo, tú que conoces las guaridas del Moncayo, que has vivido en sus faldas persiguiendo a las fieras, y en tus errantes excursiones de cazador subiste más de una vez a su cumbre, dime: ¿has encontrado, por acaso, una mujer que vive entre sus rocas?

—¡Una mujer! —exclamó el montero con asombro y mirándole de hito en hito.

—Sí —dijo el joven—, es una cosa extraña lo que me sucede, muy extraña... Creí poder guardar ese secreto eternamente, pero ya no es posible; rebosa en mi corazón y asoma a mi semblante. Voy, pues, a revelártelo... Tú me ayudarás a desvanecer el misterio que envuelve a esa criatura que, al parecer, sólo para mí existe, pues nadie la conoce, ni la ha visto, ni puede dame razón de ella.

El montero, sin despegar los labios, arrastró su banquillo hasta colocarse junto al escaño de su señor, del que no apartaba un punto los espantados ojos... Este, después de coordinar sus ideas, prosiguió así:

—Desde el día en que, a pesar de sus funestas predicciones, llegué a la fuente de los Álamos, y, atravesando sus aguas, recobré el ciervo que vuestra superstición hubiera dejado huir, se llenó mi alma del deseo de soledad.

Tú no conoces aquel sitio. Mira: la fuente brota escondida en el seno de una peña, y cae, resbalándose gota a gota, por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su cuna. Aquellas gotas, que al desprenderse brillan como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reúnen entre los céspedes y, susurrando, susurrando, con un ruido semejante al de las abejas que zumban en torno a las flores, se alejan por entre las arenas y forman un cauce, y luchan con los obstáculos que se oponen a su camino, y se repliegan sobre sí mismas, saltan, y huyen, y corren, unas veces, con risas; otras, con suspiros, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no sé lo que he oído en aquel rumor cuando me he sentado solo y febril sobre el peñasco a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa, Para estancarse en una balsa profunda cuya inmóvil superficie apenas riza el viento de la tarde.

Todo allí es grande. La soledad, con sus mil rumores desconocidos, vive en aquellos lugares y embriaga el espíritu en su inefable melancolía. En las plateadas hojas de los álamos, en los huecos de las peñas, en las ondas del agua, parece que nos hablan los invisibles espíritus de la Naturaleza, que reconocen un hermano en el inmortal espíritu del hombre.

Cuando al despuntar la mañana me veías tomar la ballesta y dirigirme al monte, no fue nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la caza, no; iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas... no sé qué, ¡una locura! El día en que saltó sobre ella mi Relámpago, creí haber visto brillar en su fondo una cosa extraña.., muy extraña..: los ojos de una mujer.

Tal vez sería un rayo de sol que serpenteó fugitivo entre su espuma; tal vez sería una de esas flores que flotan entre las algas de su seno y cuyos cálices parecen esmeraldas...; no sé; yo creí ver una mirada que se clavó en la mía, una mirada que encendió en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos. En su busca fui un día y otro a aquel sitio.

Por último, una tarde... yo me creí juguete de un sueño...; pero no, es verdad; le he hablado ya muchas veces como te hablo a ti ahora...; una tarde encontré sentada en mi puesto, vestida con unas ropas que llegaban hasta las aguas y flotaban sobre su haz, una mujer hermosa sobre toda ponderación. Sus cabellos eran como el oro; sus pestañas brillaban como hilos de luz, y entre las pestañas volteaban inquietas unas pupilas que yo había visto..., sí, porque los ojos de aquella mujer eran los ojos que yo tenía clavados en la mente, unos ojos de un color imposible, unos ojos...

—¡Verdes! —exclamó Iñigo con un acento de profundo terror e incorporándose de un golpe en su asiento.

Fernando lo miró a su vez como asombrado de que concluyese lo que iba a decir, y le preguntó con una mezcla de ansiedad y de alegría:

—¿La conoces?

—¡Oh, no! —dijo el montero—. ¡Líbreme Dios de conocerla! Pero mis padres, al prohibirme llegar hasta estos lugares, me dijeron mil veces que el espíritu, trasgo, demonio o mujer que habita en sus aguas tiene los ojos de ese color. Yo os conjuro por lo que más améis en la tierra a no volver a la fuente de los álamos. Un día u otro os alcanzará su venganza y expiaréis, muriendo, el delito de haber encenagado sus ondas.

—¡Por lo que más amo! —murmuró el joven con una triste sonrisa.

—Sí —prosiguió el anciano—; por vuestros padres, por vuestros deudos, por las lágrimas de la que el Cielo destina para vuestra esposa, por las de un servidor, que os ha visto nacer.

—¿Sabes tú lo que más amo en el mundo? ¿Sabes tú por qué daría yo el amor de mi padre, los besos de la que me dio la vida y todo el cariño que pueden atesorar todas las mujeres de la tierra? Por una mirada, por una sola mirada de esos ojos... ¡Mira cómo podré dejar yo de buscarlos!

Dijo Fernando estas palabras con tal acento, que la lágrima que temblaba en los párpados de Iñigo se resbaló silenciosa por su mejilla, mientras exclamó con acento sombrío:

—¡Cúmplase la voluntad del Cielo!

III

—¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu patria? ¿En dónde habitas? Yo vengo un día y otro en tu busca, y ni veo el corcel que te trae a estos lugares ni a los servidores que conducen tu litera. Rompe de una vez el misterioso velo en que te envuelves como en una noche profunda. Yo te amo, y, noble o villana, seré tuyo, tuyo siempre.

El sol había traspuesto la cumbre del monte; las sombras bajaban a grandes pasos por su falda; la brisa gemía entre los álamos de la fuente, y la niebla, elevándose poco a poco de la superficie del lago, comenzaba a envolver las rocas de su margen.

Sobre una de estas rocas, sobre la que parecía próxima a desplomarse en el fondo de las aguas, en cuya superficie se retrataba, temblando, el primogénito Almenar, de rodillas a los pies de su misteriosa amante, procuraba en vano arrancarle el secreto de su existencia.

Ella era hermosa, hermosa y pálida como una estatua de alabastro. Y uno de sus rizos caía sobre sus hombros, deslizándose entre los pliegues del velo como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de sus pestañas rubias brillaban sus pupilas como dos esmeraldas sujetas en una joya de oro.

Cuando el joven acabó de hablarle, sus labios se removieron como para pronunciar algunas palabras; pero exhalaron un suspiro, un suspiro débil, doliente, como el de la ligera onda que empuja una brisa al morir entre los juncos.

—¡No me respondes! —exclamó Fernando al ver burlada su esperanza—. ¿Querrás que dé crédito a lo que de ti me han dicho? ¡Oh, no!... Háblame; yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte, si eres una mujer...

—O un demonio... ¿Y si lo fuese?

El joven vaciló un instante; un sudor frío corrió por sus miembros; sus pupilas se dilataron al fijarse con más intensidad en las de aquella mujer, y fascinado por su brillo fosfórico, demente casi, exclamó en un arrebato de amor:

—Si lo fueses.:, te amaría..., te amaría como te amo ahora, como es mi destino amarte, hasta más allá de esta vida, si hay algo más de ella.

—Fernando —dijo la hermosa entonces con una voz semejante a una música—, yo te amo más aún que tú me amas; yo, que desciendo hasta un mortal siendo un espíritu puro. No soy una mujer como las que existen en la Tierra; soy una mujer digna de ti, que eres superior a los demás hombres. Yo vivo en el fondo de estas aguas, incorpórea como ellas, fugaz y transparente: hablo con sus rumores y ondulo con sus pliegues. Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro; antes lo premio con mi amor, como a un mortal superior a las supersticiones del vulgo, como a un amante capaz de comprender mi caso extraño y misterioso.

Mientras ella hablaba así, el joven absorto en la contemplación de su fantástica hermosura, atraído como por una fuerza desconocida, se aproximaba más y más al borde de la roca.

La mujer de los ojos verdes prosiguió así:

—¿Ves, ves el límpido fondo de este lago? ¿Ves esas plantas de largas y verdes hojas que se agitan en su fondo?... Ellas nos darán un lecho de esmeraldas y corales..., y yo..., yo te daré una felicidad sin nombre, esa felicidad que has soñado en tus horas de delirio y que no puede ofrecerte nadie... Ven; la niebla del lago flota sobre nuestras frentes como un pabellón de lino...; las ondas nos llaman con sus voces incomprensibles; el viento empieza entre los álamos sus himnos de amor; ven..., ven.

La noche comenzaba a extender sus sombras; la luna rielaba en la superficie del lago; la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y los ojos verdes brillaban en la oscuridad como los fuegos fatuos que corren sobre el haz de las aguas infectas... Ven, ven... Estas palabras zumbaban en los oídos de Fernando como un conjuro. Ven... y la mujer misteriosa lo llamaba al borde del abismo donde estaba suspendida, y parecía ofrecerle un beso..., un beso...

Fernando dio un paso hacía ella..., otro..., y sintió unos brazos delgados y flexibles que se liaban a su cuello, y una sensación fría en sus labios ardorosos, un beso de nieve..., y vaciló..., y perdió pie, y cayó al agua con un rumor sordo y lúgubre.

Las aguas saltaron en chispas de luz y se cerraron sobre su cuerpo, y sus círculos de plata fueron ensanchándose, ensanchándose hasta expirar en las orillas.

lunes, 4 de septiembre de 2023

Los músicos de Ray Bradbury

  Los músicos

    Los niños daban largos paseos por el campo marciano. De cuando en cuando abrían las olorosas bolsas de papel y metían allí las narices y respiraban el penetrante aroma del jamón y de los encurtidos de con mayonesas y escuchaban el gorgoteo de la naranjada gaseosa en las botellas tibias. Balanceaban las bolsas de comestibles, repletas de cebollas verdes, acuosas y limpias, de olorosas salchichas, de roja salsa de tomate y de pan y se desafiaban mutuamente a desobedecer las órdenes severas de las madres. Corrían gritando:

    - ¡El primero se lleva todo!

    Paseaban en verano, otoño o en invierno. En otoño era más divertido, pues imaginaban entonces que arrastraban los pies entre las hojas otoñales de la Tierra

    Avanzaban imponiéndose silencio, unidos codo con codo, agitando sus palos, recordando que sus padres les habían dicho: "¡Allá no!" ¡A ninguna de las ciudades viejas! Cuidado a dónde vas. Recibirás la paliza más grande de tu vida cuando vuelvas a casa. "Te miraremos los zapatos".

    Una niña decía: "Aquí no hay nada". Y de pronto uno de ellos echaba a correr y entraba en la casa de piedra más próxima, cruzaba la sala y entraba en el dormitorio sin mirar alrededor comenzaba a dar puntapiés y a moverse con pasos arrastrados, y las hojas negras y quebradizas, volaban en el aire. Detrás de un niño corrían otros seis, y el primero hacía de músico, tocando los blancos huesos xilofónicos que yacían bajo los copos cenicientos. Una enorme calavera aparecía a veces rodando, con una bola de nieve y los niños gritaban. Las costillas parecían patas de araña y lloraban como un arpa de sonidos apagados, y los negros copos de la mortalidad volaban alrededor de la arrastrada danza de los niños. Se empujaban unos a otros y caían entre las hojas, en la muerte que transformado a los muertos en copos y sequedad, en un juego de niños con estómagos donde goteaba la naranjada gaseosa. (...).

    Luego de los niños, de rostros luminosos de sudor mordisqueaban el último emparedado. Y después de un puntapié fina, de un último concierto de marimba, de una última arremetida al montón de hojas otoñales, volvían a sus casas. Las madres les examinaban los zapatos en busca de copos negros y una vez descubiertos, venían los baños calientes y las palizas paternas...

                                                              Crónicas marcianas. Ray Bradbury.

                                            

sábado, 26 de agosto de 2023

Entrevista a Rodrigo Éker, un booktuber

 Desde Mendoza, Rodrigo Éker nos cuenta sobre su experiencia como booktuber y nos lleva a reflexionar sobre el uso de las nuevas tecnologías para crear, comentar y compartir textos vinculados a la literatura. Entrá a la nota y descubrí su mirada sobre las letras.

por @MLauParedes

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Rodrigo nos presenta el canal de youtube en el que sube sus videos de literatura y nos cuenta todo sobre él. También, nos lleva a pensar la función de las nuevas plataformas que le permiten tanto a lectores como escritores estar más cerca uno del otro y que genera una comunidad activa y participativa. A continuación, la entrevista que nos brindó.

Cuatro Bastardos: ¿Desde cuándo subís videos  en tu canal? ¿Cómo se te ocurrió la idea?

Rodrigo Éker Abrí mi canal en enero del 2016. Tenía intenciones de hacerlo mucho antes, ya que miro videos de booktube desde hace tiempo, pero lo abrí en el momento que creí más oportuno. Siempre he amado la lectura y me pareció una excelente manera de conectarme con lectores y escritores de todas partes del mundo. La comunidad de booktube, después de todo, es muy abierta y receptiva con todo aquel que decida involucrarse en ella.

4B ¿Cuál es el primer video de tu canal que recomendás a nuestros lectores para conocerte?

R.E Si es para conocerme desde lo personal, les recomiendo que miren mi video de “50 cosas sobre mí” donde hablo un poco sobre mis gustos personales, preferencias y otras cosas al azar. Con relación a la literatura, pienso que algunos de mis videos más logrados son “Ficción litera vs. ficción de género”, “Cómo reducir tu biblioteca” y la serie de seis videos que hice para mi “Especial de Halloween” (donde, por cierto, también opino sobre películas, cortometrajes y contenido audiovisual de temática relacionada al terror)

 

4B ¿Por qué elegís un medio audiovisual? ¿Qué te permite este soporte? ¿Cuál es el trabajo más complicado: pensar el contenido o editarlo?

R.E Creo que el futuro es audiovisual. Vivimos en una época de integración y multitasking. Las personas -particularmente los jóvenes- ya no se conforman con leer un libro o mirar una película. Quieren vivir una intersección de medios, inmediatez y retroalimentación. La participación es clave. Hemos roto la barrera entre el escritor y su público, el cineasta y su público. Hasta es posible interactuar con un político o una celebridad desde la comodidad de tu casa. Youtube (y el formato de video en general) es una herramienta muy poderosa para los escritores, ya que le pone una cara y una voz al creador y saca a relucir su personalidad a la vista de todos. Además –y esto es cierto para todo youtuber-, se crea una relación de cercanía muy particular entre el creador de contenido y el espectador, pues en cierto sentido se asemeja a una charla cara a cara entre uno y otro. Gracias a los comentarios, el intercambio se torna directo.

En lo personal, no encuentro muy complicado o demandante generar nuevo contenido o editarlo (sobre todo porque he ido ganando práctica a lo largo del tiempo) pero todavía tengo dificultades para desenvolverme con naturalidad frente a la cámara. Es algo que me tocará superar de a poco.

4B ¿Qué tipos de videos subís -reseñas, comentarios, consejos-?


R.E Mayoritariamente subo reseñas, booktags y wrap-ups (resúmenes de lecturas). También he experimentado con otras expresiones de contenido literario (consejos, listas, reflexiones, análisis y especiales temáticos). Tengo muchos planes para diversificar el contenido en el futuro y siempre presto mucha atención a las sugerencias de mis seguidores. Ocasionalmente he aprovechado para incluir un poco de contenido musical.

4B ¿Cómo te manejas con las redes sociales?

R.E Es un constante aprendizaje. Me concentro en tratar de articular los contenidos de mi blog, mi canal de Youtube, mi cuenta de Twitter y mi feed de Instagram. Distintas plataformas atraen a distintos tipos de personas y requieren distintos acercamientos. Esa es una de las bellezas de nuestra era de redes sociales: los intereses más diversos pueden converger para unir a la gente a través de sus pasiones.

4B ¿Cómo decidís qué publicar?

R.E Al principio no tenía estándares demasiado altos. Reseñaba y comentaba cualquier libro que cayera en mis manos. A veces, incluso, de manera improvisada. Algunos de mis videos más tempranos estaban mal filmados, mal editados y son un poco incómodos de mirar –a varios los he retirado ya del canal-. Creo que es el desarrollo natural de todo youtuber. Cada vez más, trato de depurar y perfeccionar el contenido de cada uno de mis videos. Mientras más va creciendo el canal (ya estoy cerca de los 2.000 subscriptores), siento más presente la necesidad de ofrecer contenido de calidad que a mis seguidores pueda resultarles interesante.

 

4B ¿Cuáles son tus libros favoritos? ¿Por qué? 

R.E Es difícil elegir, pero algunos de los que se me vienen a la mente (en ningún orden específico) son: Moby Dick de Hermann Melville, Doktor Faustus de Thomas Mann, El Idiota de Fyodor Dostoievski, Las Olas de Virginia Woolf y Las Correcciones de Jonathan Franzen. Son libros que, de alguna u otra manera, han cambiado mi manera de pensar en el mundo y la literatura.

4B ¿Cómo es la relación con tus espectadores? ¿Generás un ida y vuelta?

R.E He formado algunas amistades. He abierto espacios de interacción –preguntas y respuestas- y planeo continuar haciéndolo en el futuro. Leo y respondo comentarios y siempre estoy pendiente de las dudas, consultas, y opiniones de mis espectadores. En muchos sentidos, hemos creado una micro comunidad que de a poco va creciendo. Algunos, incluso, han leído libros que he recomendado y yo también he leído otros que ellos me han recomendado. Es un constante ida y vuelta.

4B ¿Estudiás o estudiaste alguna carrera vinculada con la literatura?

R.E Lo consideré cuando era más joven y luego lo descarté –cosa de la cual no me arrepiento-. Hice otra carrera relacionada con el Arte (la Licenciatura en Composición Musical) y aprendí mucho sobre cultura, estética y movimientos artísticos e intelectuales. La literatura es algo que me apasiona desde chico y constantemente busco aprender cosas nuevas.



Rodrigo Éker


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Tengo 26 años. Actualmente vivo en la Ciudad de Mendoza. Toco el piano (más como hobby que otra cosa) y leo constantemente. Estoy trabajando en mis primeras novelas -orientadas hacia la tradición del realismo literario- y espero que en algún momento vean la luz del día. Me gusta el cine de terror, de contenido psicológico y de alto peso artístico (mis directores favoritos son Stanley Kubrick y Nicolas Winding Refn)


                            https://cuatrobastardos.com/2017/03/20/rodrigo-eker-entrevista-booktuber/