sábado, 9 de marzo de 2024

Shamsia Hassani, la artista callejera afgana que se volvió viral pero no se sabe dónde está

Su heroína es una mujer capaz de hacerlo todo. De volar, de expresar coraje, libertad, orgullo, alegría, y empoderada de darle un giro positivo a las cosas. El bello trabajo artístico de la artista afgana Shamsia Hassani, nacida en Teherán en 1988, se multiplicó en grupos de chats y redes sociales, en correos electrónicos y fotos compartidas de sus obras, con la caótica y vertiginosa caída de Kabul en manos del régimen talibán. El acontecimiento significó el final de los derechos humanos de las mujeres. Con paradero por ahora desconocido, Hassani se ha ingeniado para continuar hablando a través de su arte en Twitter e Instagram. La frase que abre su website es una convicción: “El arte cambia la mente de la gente y la gente cambia el mundo”. Una de sus obras, de trazos delicados y colores armoniosos, una mujer con hiyab morado toca el piano mientras una lágrima cae por su mejilla, en medio de rascacielos azules. Vulnerable y fuerte, melancólica y sola, se expresa en libertad. Es apenas una pieza de las muchas que ha logrado con su pasión por el arte y por la defensa de los derechos de las mujeres y niñas afganas… Recibida en la Universidad de Kabul en escultura, luego de que Irán le negara el derecho a estudiar Bellas Artes, ha dotado a su personaje -que se multiplica en otras mujeres iguales- de largas pestañas (solo eso en el rostro) y actitud libertaria; a veces luce triste ante el poder de las armas, pero sus colores y la escena en la que destaca contrasta con las paredes ruinosas que embellece. Sobre muros perforados por la guerra, Hassani aporta la vida del color y narra una historia abierta empecinadamente a una esperanza. Su personaje, que lleva la cabeza cubierta aunque a veces se desmelena, es un permanente recordatorio de la invisibilidad a la que están sometidas las mujeres y niñas afganas en una sociedad con supremacía machista y retrógrada. Hassani es la primera artista callejera de Afganistán. Según sus propias palabras tanto en sus murales como en sus series de dibujos y pinturas, su intención ha sido conferirle a su personaje “poder, ambición y voluntad de alcanzar sus metas”. Con su trabajo artístico en las calles de Kabul, la artista ha logrado crear empatía con esa o esas mujeres nacidas de su mano que, según su creadora, puede “traer cambios positivos a la vida de las personas”. Durante la última década, las obras comenzaron a ser apreciadas entre las mujeres de su país y han servido de inspiración a miles de afganas a las que Hassani ha estimulado a explotar su propia creatividad en clase de arte y a través de su festival del graffiti. Desde que volvió a Afganistán en 2005 se dedicó a enseñar escultura en la Universidad de Kabul. Resulta conmovedor leer sus reflexiones sobre su país antes del regreso de los talibanes al poder la semana última: “Afganistán es como una persona que estaba muerta durante la guerra y después de la guerra ha vuelto a nacer. Ahora necesita tiempo para madurar. Hay muchísimos problemas heredados: edificios bombardeados, desigualdad de géneros, acoso en la calle, actos de violencia contra la mujer. Los artistas pueden hacer que cambie la mentalidad de la gente, y la gente a su vez puede hacer que cambie la sociedad”... Es interesante la lectura crítica que se hace de una prenda confeccionada para invisibilizar a las mujeres afganas: “Ella está tratando de señalar que elegir la burka o el hiyab no es el problema; las mujeres no serán verdaderamente libres hasta que puedan hablar por sí mismas y ser escuchadas. Hassani se ha propuesto desestigmatizar las percepciones erróneas de las mujeres musulmanas cuando ilustra que quitarse el pañuelo no es lo mismo que liberar a las mujeres”. El Clarín, Susana Reinoso 2022