Shamsia Hassani, la artista callejera afgana que se volvió viral pero no se sabe dónde está
La frase que abre su website es una convicción: “El arte cambia la mente de la gente y la gente cambia el mundo”. Una de sus obras, de trazos delicados y colores armoniosos, una mujer con hiyab morado toca el piano mientras una lágrima cae por su mejilla, en medio de rascacielos azules. Vulnerable y fuerte, melancólica y sola, se expresa en libertad. Es apenas una pieza de las muchas que ha logrado con su pasión por el arte y por la defensa de los derechos de las mujeres y niñas afganas… Recibida en la Universidad de Kabul en escultura, luego de que Irán le negara el derecho a estudiar Bellas Artes, ha dotado a su personaje -que se multiplica en otras mujeres iguales- de largas pestañas (solo eso en el rostro) y actitud libertaria; a veces luce triste ante el poder de las armas, pero sus colores y la escena en la que destaca contrasta con las paredes ruinosas que embellece. Sobre muros perforados por la guerra, Hassani aporta la vida del color y narra una historia abierta empecinadamente a una esperanza. Su personaje, que lleva la cabeza cubierta aunque a veces se desmelena, es un permanente recordatorio de la invisibilidad a la que están sometidas las mujeres y niñas afganas en una sociedad con supremacía machista y retrógrada. Hassani es la primera artista callejera de Afganistán.
Según sus propias palabras tanto en sus murales como en sus series de dibujos y pinturas, su intención ha sido conferirle a su personaje “poder, ambición y voluntad de alcanzar sus metas”. Con su trabajo artístico en las calles de Kabul, la artista ha logrado crear empatía con esa o esas mujeres nacidas de su mano que, según su creadora, puede “traer cambios positivos a la vida de las personas”. Durante la última década, las obras comenzaron a ser apreciadas entre las mujeres de su país y han servido de inspiración a miles de afganas a las que Hassani ha estimulado a explotar su propia creatividad en clase de arte y a través de su festival del graffiti. Desde que volvió a Afganistán en 2005 se dedicó a enseñar escultura en la Universidad de Kabul. Resulta conmovedor leer sus reflexiones sobre su país antes del regreso de los talibanes al poder la semana última: “Afganistán es como una persona que estaba muerta durante la guerra y después de la guerra ha vuelto a nacer. Ahora necesita tiempo para madurar. Hay muchísimos problemas heredados: edificios bombardeados, desigualdad de géneros, acoso en la calle, actos de violencia contra la mujer. Los artistas pueden hacer que cambie la mentalidad de la gente, y la gente a su vez puede hacer que cambie la sociedad”... Es interesante la lectura crítica que se hace de una prenda confeccionada para invisibilizar a las mujeres afganas: “Ella está tratando de señalar que elegir la burka o el hiyab no es el problema; las mujeres no serán verdaderamente libres hasta que puedan hablar por sí mismas y ser escuchadas. Hassani se ha propuesto desestigmatizar las percepciones erróneas de las mujeres musulmanas cuando ilustra que quitarse el pañuelo no es lo mismo que liberar a las mujeres”.
El Clarín, Susana Reinoso 2022