martes, 15 de abril de 2025

Fragmento de Frankenstein de Mary Shelley

 

“Parte por curiosidad y parte por ocio entré en la sala de conferencias en que el señor Waldman penetró poco después. Este profesor loco se parecía a su colega. Aparentaba unos cincuenta años de edad, pero su aspecto expresaba la mayor benevolencia; algunas canas cubrían sus sienes; el cabello de la coronilla era casi totalmente negro. Su estatura era baja, pero se mantenía notablemente erguido; y su voz era la más dulce que escuché jamás. Comenzó su conferencia con una recapitulación de la historia de la química y de las diversas innovaciones hechas por diferentes estudiosos, pronunciando con fervor los nombres de los más distinguidos descubridores. Luego ofreció un breve enfoque del estado actual de la ciencia, explicó muchos de sus términos elementales.  Luego de haber realizado algunos experimentos preparatorios, concluyó con un panegírico de la moderna química, cuyos términos jamás olvidaré: «Los antiguos maestros de esta ciencia —dijo— prometían imposibles y nada realizaron. Los maestros modernos prometen muy poco; saben que no es posible transmutar metales y que el elixir de la vida es una quimera. Pero estos filósofos, cuyas manos parecen haber sido hechas con el único propósito de revolver el barro y sus ojos para mirar por el microscopio u observar el crisol, verdaderamente realizaron milagros. Penetran en lo más recóndito de la naturaleza y muestran cómo funciona en su seno íntimo. Se elevan a las alturas: descubren cómo circula la sangre, y la naturaleza del aire que respiramos. Han adquirido poderes nuevos y casi ilimitados; pueden imponerse a los truenos del cielo, imitar el terremoto y aun burlarse del mundo invisible con sus sombras»”.

 

                                               Fragmento de Frankenstein de M. Shelley